Año: 37, Marzo 1995 No. 803

LOS CAMPESINOS RECLAMAN TIERRAS

Por Manuel F. Ayau

Si el efecto de nuestra legislación es literalmente prohibir que se establezcan mejores oportunidades para los campesinos, entonces, ¿qué opciones tienen quienes no tienen nada?

I

Los campesinos presionan por tierras. Dicen que aún le quedan tierras al Estado. En esté caso, el INTA debería repartirlas con titulo de propiedad, es decir, privatizarlas. Pero, de todos modos, la solución de largo plazo no es esa, porque la tierra del Estado se va a agotar mientras la población siga creciendo. Buscar más tierra no es una opción. Paradójicamente, el problema de la tierra no se resuelve con tierra.

¿Prohibirles que corten leña? ¿Y con qué van a preparar su comida si no tienen dinero para comprar propano, ni posibilidades para comprar electricidad, pues no la ha proporcionado e! INDE y hasta ahora la legislación ha prohibido el desarrollo de la industria eléctrica? El problema de la leña no se resuelve con leña.

[1]

Los campesinos no tienen opción de ir a trabajar a una fábrica cercana, porque no la hay. No existe esa fábrica porque son muy pocas las fábricas que pueden funcionar incomunicadas, como una simple bloquera o aserradero. GUATEL no ha proporcionado el servicio telefónico ni lo podrá hacer en cantidad y calidad suficiente mientras sea una empresa estatal. La legislación prohíbe la instalación de redes privadas de teléfonos. Un empresario podría instalar su propia planta eléctrica a falta de electricidad del INDE. Puede abrir su pozo a falta de servicio público de agua. Hasta puede hacer su camino propio. Lo que no puede hacer es darle teléfono a todos sus posibles clientes y proveedores, así que poner su propio aparato no le sirve de nada.

Además, las fábricas se instalan en ambientes menos hostiles fiscal y físicamente.

Obviamente, tampoco es opción permitir que invadan la propiedad privada, pues resultaría un caos violento total. La propiedad privada es requisito indispensable y piedra angular de cualquier sociedad civilizada.

La creación de opciones está prohibida o las regulaciones burocráticas las hacen prohibitivas. Precisamente, la violación del derecho de propiedad privada por las leyes mismas, la violación del derecho natural de hacer todo lo que sea pacifico con lo propio, es lo que impide el desenvolvimiento de los ciudadanos, ¡Y se habla de derechos humanos!

Se habla pomposamente de derechos humanos, mientras se despoja a las personas del muy humano derecho a disponer libremente de su propia persona con el único limite del respeto a los derechos ajenos. Se prohíbe a las personas, como ejemplo, invertir su bien habido patrimonio para instalar una planta eléctrica, de teléfonos, un puerto, para pacífica y contractualmente venderle el servicio a otros ciudadanos que también tienen el muy humano derecho de pagarle en intercambio con su bien habido patrimonio. ¿Será tan difícil darse cuenta que esa prohibición es una violación a los derechos humanos?

Los campesinos tienen la penosa opción de emigrar ilegalmente a donde no está prohibido poner teléfonos, electricidad y puertos, y dónde; por consiguiente, hay fábricas. En efecto, millones de campesinos han emigrado, pero cada día es más difícil.

¿Qué va a pasar con nuestra población si todas las opciones se las han vedado las leyes? ¿A eso le llaman derecho?

[2]

II

Si no se libera el sistema, el futuro se ve sombrío.. En los países que progresan. es decir, los que no se quedan pobres, cada día necesitan menos campesinos, menos tierra para alimentar a más personas, y menos trabajadores manuales. En esta época de automatización, robotización; de la biotecnología, de las comunicaciones y de la electrónica, se- necesita menos mano de obra para producir y, en consecuencia, las personas se dedican más a la prestación de servicios. Pero las personas que no cuentan con nada, no pueden comprar ni los bienes que hacen los robots, ni vender servicios a quienes tampoco tienen con qué comprarlos.

Cuando una comunidad no produce más que bienes rudimentarios en. forma anárquica, se encuentra ante un problema aparentemente insoIubIe: como su producción es rudimentaria, no tiene nada que vender. Como no vende, no puede comprar. No puede ni siquiera comprar propano para no tener que deforestar. Esta es una situación desesperada a la que nos está llevando nuestra persistente estatismo mercantilista.

Increíblemente, no faltan socialistas europeos. poniendo su granito destructor, y se oyen sus vocespreocupadas lamentando que los países desarrollados; aprovechando los avances de la ciencia, supercarreteras de comunicaciones aumentan geométricamente la brecha entre los países pobres y los ricos. ¡En vez de lamentar los obstáculos impuestos por los gobiernos de los países subdesarrollados, lamentan el éxito de los pueblos desarrollados!

[3]

El mundo no es perfecto y no hay soluciones únicas. Lo que resulta irracional es impedirlas. Para mientras, los pobres y desesperados campesinos, se quedarán esperando.

III

Afortunadamente, sí existen soluciones, pero hay una persistente resistencia ideológica que lo ha impedido. Lo primero que hay que descartar para siempre es la típica solución que nunca falta: prohibir que se haga. ¿Qué se haga qué? Cualquier cosa. Prohibir sacar petróleo, prohibir poner teléfonos, prohibir comunicarse al mundo por satélite, prohibir educar, prohibir poner puertos, prohibir todo lo que se necesita para progresar y, después, pedir al Gobierno que lo haga o que dé permiso a gotas, con supervisión, mordidas y reglamentación sofocante y burocrática, bajo la excusa de que el Gobierno tiene que dirigir y supervisar.

No comprendo cómo quienes tanto critican a los políticos todavía creen que los gobiernos pueden manejar empresas, porque los gobiernos son, precisamente los mismos: los políticos. Me parece una gran inconsistencia oponerse a que el Gobierno los políticos dejen de entorpecer la solución de la pobreza, liberando a los ciudadanos para hacer libremente todo lo que es lícito y pacifico. No llego a comprender cómo, ante los problemas que son insolubles para los políticos, se siga prohibiendo que los resuelvan los particulares. Y no comprendo Cómo, entonces, proponen despolitizar un Gobierno ¿mediante autonomías? «y seguir siendo democráticos, cuando la democracia es, por definición, Gobierno del pueblo» de todo el pueblo y no solamente de los interesados directamente, «por el pueblo y para el pueblo». Es decir, manejado políticamente. ¿Queremos democracia sin política?

[4]

[5]

Por ello considero un cruel engaño convencer a algunos trabajadores que desmonopolizar, privatizar y desreglamentar no les conviene y que desestabiliza su empleo, cuando en realidad es condición necesaria, aunque no suficiente, para mejorar el empleo de todo el país y salir de la pobreza.

IV

Hay que desmonopolizar, porque ello consiste en legislar para eliminar las prohibiciones de prestar los servicios que el Estado ya demostró, hasta la saciedad, no poder darlos en todas partes y en todo tiempo. Hay que privatizar, por varias razones: (1a.) Para que la existencia de una empresa estatal no inhiba la entrada de la competencia con la exclusiva ventaja de disponer del poder público. (2a.) Porque por el hecho de mantener esos activos en el portafolio del Gobierno, el pueblo carece de otros activos como caminos y hospitales que tienen prioridad y que podría obtener a cambio de las empresas estatales. (3a.) Porque esos activos servirán mejor a la sociedad manejados bajo las leyes comunes generales y los constreñimientos del mercado. y no bajo las leyes de probidad que re­quiere el manejo de bienes públicos y las asfi­xiantes reglamentaciones burocráticas. (4a.) Porque el simple hecho de ser propietario de empresas comerciales siempre es causa de más problemas para cualquier Gobierno.

Hay que desregular, porque las reglamenta­ciones burocráticas no se acostumbran hacer para proteger derechos de las personas, sino pa­ra que los políticos ordenen el desenvolvimien­to de la actividad-regulada, en vez de que sea el mercado mismoel puebloel que guía las decisiones: La sociedad queda supeditada al saber y entender de los burócratas de turno, los cuales son efímeros en sus puestos y generalmente llegan de aprendices.

Se podrá preguntar qué garantía hay de que los ciudadanos particulares, de moda llamados sector privado semejante a como los militares llaman a los soldados elementos,-proveerán esos servicios. La respuesta es que si está prohibido con seguridad no los proveerán.- Y; si agregan que primero habría que explicarles có­mo - es que -lo harán para entonces autorizarlos, entonces estaremos condenados a que suceda solamente lo que la burocracia o- los funcionarios entiendan previamente.

El mundo no es perfecto y no hay solucio­nes únicas. Lo que resulta irracional es impe­dirlas. Para mientras, los pobres y desespera­dos campesinos, se quedarán esperando.

[6]

[1] No robarás. Exodo 20, 15; Deuteronomio 5,19; Mateo 19, 18.

[2 ] Cuando se plantea el problema de mejorar la condición de las clases inferiores, se ha de tener como fundamental el principio de que la propiedad privada ha de conservarse inviolable». Papa León XIII. Rerum novarum, 1891

[3] Editorial de Radio Netherlands, 24 de febrero de 1995

[4] Un día San Francisco de Asís transitaba por una ciudad y frente a él apareció un endemoniado. Este, paso seguido, le interrogó ¿Cuál es el peor pecado del mundo? San Francisco respondió que el peor pecado del mundo es el homicidio. El endemoniado respondió que hay un pecado todavía mayor que el homicidio. San Francisco dijo entonces: «En virtud de Dios, dime, ¿cuál es ese pecado que es mayor que el homicidio?». El diablo respondió que tener bienes que pertenezcan al prójimo es un pecado mayor que el homicidio porque más gente va al infierno por esta razón que por ninguna otra.. Historia contada por San Bernardino de Siena en el Sermón XXVII de «.De amore irratis». Opera omnia, Venecia, 1591.

[5] Santo Tomás escribió que había tres razones por las cua­les la propiedad privada era conveniente para la vida huma­na: «Primero porque cada uno es más solicito en la gestión de aquello que con exclusividad le pertenece que en lo que es común a todos o a muchos, pues cada cual, huyendo del trabajo deja a otro el cuidado de lo que conviene el bien común, como sucede cuando hay muchedumbres de servido­res; segundo: porque se administran, más ordenadamente las cosas humanas cuando a cada uno incumbe el cuidado de sus propios intereses, mientras que reinaría confusión si cada cual se cuidara de todo indistintamente; tercero, porque el es­tado de la paz entre los hombres se conserva mejor si cada uno está contento con lo suyo, por lo cual vemos que, entre aquellos que en común y pro-indiviso poseen alguna cosa, más frecuentemente se originan contiendas». Summa II-II, S. XIII.

[6] «Ahora no hay quién no pretende su interés y quién no cuide más de proveer su casa que la república. Así vemos que las haciendas particulares, esas van adelante, y crecen: las de la ciudad y consejo - disminuyen: son mal proveídas y peor regidas, si no son ya ventas. Así dice Aristóteles, que es inevitable el deleite que el hombre recibe de ocuparse en sus negocios propios. No se puede fácilmente explicar cuánto hace el caso; para hacer una cosa con alegría con­siderar el hombre que es suya. Al contrario es gran tibieza la con que trata negocios comunes. De modo que perdida aquella primera caridad fue necesario que cada uno tuviese alguna parte en les temporalidades, en raíces o en muebles; para que ya no el amor universal, a lo menos el par­ticular interés le moviese a conservarlo. De manera que cre­ciesen todos los bienes repartidos y divididos, que no pu­dieran dejar de venir a muy menos, si en montón (supuesto el pecado) se quedaren». - Tomás de Mercado, Summa de tratos y contratos, Sevilla. 1571. -