Año XLIII, Septiembre 2002 No. 895
Nota del editor: El Dr. Manuel F. Ayau es miembro fundador del Centro de Estudios Económico-Sociales y parte de su Consejo Consultivo; fue también fundador de la Universidad Francisco Marroquín, de la que fue rector desde sus inicios hasta 1988. Actualmente es Rector Emeritus de esa casa de estudios. El presente Tópico es una Introducción del árticulo Underdeveloping Indiana publicado en la revista Ideas on Liberty del Foundation for Economic Education. Traducción de Luis Figueroa.
Economía política moderna
Manuel F. Ayau Cordón
Los 50 estados de la Federación de Estados Unidos producen el 31.2% del producto bruto del mundo de tal manera que puede ser visto como un mundo en sí mismo, compuesto por 50 países con fronteras abiertas y sin restricciones en el comercio entre ellos. En otras palabras, puede ser considerado un globo del 31.2% del tamaño de la Tierra, lo suficientemente grande como para ilustrar el punto, y al cual aquí llamaremos “El Globito”. No existen ni siquiera restricciones a la inmigración, lo que le permite a las personas votar con sus pies. Hay una considerable diversidad en la legislación de los estados, pues la mayor parte de la legislación es estatal, de tal manera que la legislación no está harmonizada. Imaginemos ahora lo que significaría para el estado de Indiana si pudiera adoptar las políticas de comercio de muchos de los países subdesarrollados.
Imaginemos ahora que Indiana establece restricciones comerciales para conseguir una nueva fuente de ingresos fiscales, para proteger la industria local de la competencia de otros estados, para atraer más industrias en su estado y así crear más empleos, y para asegurarse de que Indiana no va a tener una balanza comercial negativa.
El primer paso sería que el gobierno tendría que comprar terrenos en su periferia para construir aduanas en todas las carreteras y líneas férreas que entran de Michigan, Ohio, Kentucky, Illinois, y los puertos en el Lago Michigan, y no olvidemos los aeropuertos donde ingresan los vuelos que vienen de otros estados. Mire un mapa para apreciar lo extenso de esta tarea. Tendría que construir bodegas en las estaciones de tren, en las carreteras, aeropuertos y puertos para descargar, inspeccionar y volver a cargar los bienes importados de otros estados.
Luego, tendría que dotar con empleados a estas facilidades, con inspectores de aduana para aplicar las tarifas apropiadas establecidas en el código aduanero. Una oficina de aduanas con los recursos humanos adecuados y preparada para ejecutar las tareas tendría que ser entrenado, especialmente competente para evitar la corrupción y el contrabando de otros estados. La nueva burocracia tendría que ser extraída de sus ocupaciones previas productivas y lo que previamente producían estas personas se perdería.
Los precios tendrían que subir en Indiana para cubrir los costos de manejo, los costos financieros de inventarios adicionales debido al tiempo que pasan las mercancías y/o la materia prima y, además por supuesto, para pagar los aranceles. Los salarios reales entonces habrían bajado en forma correspondiente.
Nuevas oportunidades para inversiones locales aparecerían inmediatamente para disfrutar de la ventaja competitiva de la producción local sobre los bienes importados que estarían sujetos a aranceles y a gastos extras. Los aranceles deberían de ser fijados lo suficientemente alto para crear estas nuevas oportunidades de trabajo que atraerían trabajadores sustituyendo las otras ocupaciones donde trabajaban antes de que las nuevas políticas entraran en vigencia y que se habrían abandonado porque ya no podrían competir por los recursos humanos y de capital con las industrias protegidas.
Una Área de Libre Comercio Interamericano (ACLI) sería inmediatamente necesaria. Y para evitar la doble tributación de bienes que ya han pagado aranceles cuando entraron al Globito, proveniente de otros planetas, podrían estar exentas de impuestos. Aquellos bienes que son fabricados en el Globito pero con materiales importados y componentes de otras galaxias deberían de obtener crédito por los aranceles pagados sobre los componentes extranjeros. En otras palabras, los aranceles deberían ser fijados de acuerdo con reglas de origen y sólo por el valor agregado interno de los otros estados del Globito.
Esto es muy técnico así que podríamos esperar un período de aprendizaje durante el cual las multas por no obedecer serían reducidas temporalmente. Una vez que el período inicial de aprendizaje termine, la guerra contra el nuevo creado crimen del contrabando sería llevada a cabo con absoluto vigor y con celo nacionalista. Las multas y castigos serían aplicados con todo rigor a los violadores por la nueva y poderosa Policía Especial Aduanal (PEA) establecida para esta importante tarea.
Restricciones especiales tales como aranceles punitivos podrían ser adoptadas por razones humanitarias y económicas para castigar otros estados que exploten a sus trabajadores y paguen menos que los salarios de los sindicatos de Indiana, o que no tienen leyes ambientales adecuadas. Además, ya que esas prácticas constituyen competencia desleal se le deberán aplicar represalias adecuadas al “dumping”. A manera que los estados delincuentes eleven sus salarios a niveles humanitarios, los tratados permitirían la reducción gradual de aranceles punitivos, siempre que sea recíproca la reducción.
Para prevenir el colapso de los negocios amenazados por las importaciones de otros estados que son baratas porque les ponen impuestos a sus ciudadanos para subsidiar sus exportaciones que compiten con la producción local, Indiana establecerá nuevos impuestos para a su vez, subsidiar los propios y poder competir. O si acaso fuera considerado políticamente inconveniente poner impuesto para subsidiar algunas industrias, podría elevar los aranceles para impedir que bienes más baratos lleguen a los consumidores y así permitir que las industrias locales amenazadas vendan sus productos a precios más altos. De esa forma, el consumidor no lograría ventaja alguna comprando los bienes extranjeros baratos y pagaría la diferencia como un subsidio directo a las industrias amenazadas sin que el gobierno actúe como intermediario.
La ACLI podría estipular libre comercio, excepto para una lista de productos excluidos que compitan con las manufacturas de Indiana para evitar el desempleo y la competencia desleal. Un nuevo Departamento de Comercio del Estado de Indiana, bajo un secretario de Comercio, sería el encargado de mantener estadísticas actualizadas de importaciones y exportaciones lo cual le permitirá al gobierno tomar medidas oportunas cuando los desequilibrios de comercio amenacen su economía, y para poder negociar otros tratados de comercio con otros estados.
Si las cosas no salen bien y la situación se vuelve crítica, Indiana podría pedir al Banco de la Reserva Federal un préstamo de contingencia y si este se rehúsa otorgarlo podría tratar con el Fondo Monetario Internacional o con el Banco Mundial, con la ventaja de que ellos, con los préstamos dispensan consejos para corregir la situación, siempre que Indiana eleve los impuestos y adopte el plan de reformas que ellos sugirieran. Mejor aún, Indiana podría aplicar a uno de aquellos préstamos no reembolsables. En último caso, podrá intentar que los ciudadanos de otros estados establecieran un programa de ayuda exterior para ayudar a Indiana, y si todo esto falla, podría devaluar el dólar de Indiana. En fin, no hay motivo para desesperarse, pues alguien los salvará.
Otros estados podrían mantener sus fronteras abiertas a Indiana. O bien, vengarse y también establecer aduanas donde las cosas que vengan de Indiana serían inspeccionadas y se les aplicarían impuestos, pero aquellas que vinieran de otros estados podrían entrar libremente, como si tuvieran un tratado de libre comercio entre los otros 49 estados.
Un día de tantos un ciudadano se quejó de que sus derechos de propiedad eran violados porque antes del establecimiento de las nuevas políticas el gobierno de Indiana no había cuestionado su derecho de disponer pacíficamente de sus posesiones legalmente adquiridas intercambiándolas por la propiedad de otras personas que viven en otros estados. Ahora, de repente, su comercio se vuelve un asunto de interés del gobierno porque ya no se considera una transacción privada entre dos personas, sino del comercio entre Indiana y otro estado. Esta persona inició un movimiento para recuperar sus derechos de propiedad, pero para ese entonces había demasiados grupos de presión, estaba el “lobby” antiglobalizador, incluyendo a trabajadores y propietarios de las industrias protegidas que habían prosperado como resultado de las nuevas políticas. Ellos habían echo presión política y evitado la globalización de Indiana, es decir, evitado que su propia gente pudiera comprar sus abastecimiento en el lugar del Globito que más les conviniera.
¿Suena loco? Bueno, lo es. La pregunta aquí es ¿por qué darle ayuda exterior para salvar a países que persisten en hacer cosas tan tontas como elevar tarifas para proteger a sus hombres de negocios de la competencia extranjera, y agregar los costos visible e invisibles innecesarios de tener aduanas a sus ciudadanos, forzando su propio empobrecimiento al subsidiar producciones antieconómicas, financiar el peso muerto de la desviación antieconómica de sus trabajadores, de su capital y de sus otros recursos, de actividades que no necesitan protección hacia las que sin ella no existirían, y luego ir a pedir ayuda?
Ministerio de Privilegios viento en popa
Todos estamos muy conscientes de la competencia que se da en las ventas de productos terminados en el mercado de bienes y servicios para el consumo. Pero hay otra competencia que se da en otro mercado, el mercado de recursos, en el que se compra, alquila o contrata las materias primas, la mano de obra, el capital, el crédito, la tierra, el talento administrativo, y todos los recursos necesarios para cualquier actividad productiva. Contrario a lo que intuitivamente se cree, en el mercado de productos terminados el empresario puja los precios para abajo para quitarle clientes a sus competidores; el empresario es el vendedor.
En el mercado de recursos ocurre lo contrario: El empresario es el comprador que compite con otros empresarios por los recursos para poderlos convertir en productos para el consumo. En ese mercado, el empresario puja los precios para arriba para desplazar a otros empresarios que también los quieren. En esa puja obviamente resulta que las actividades más económicas son las que desplazan a las menos económicas. Por ejemplo, quien quiere producir algodón puja el precio de la tierra contra quien la quiere usar para soya; la que sea más rentable, se queda con la tierra. Es así como el mercado logra que la asignación de recursos del país sea la más económica. Esto nos permite apreciar que, al fin de cuentas, el precio (o la rentabilidad) de los recursos es derivado del precio (o rentabilidad) del producto final.
Cuando una actividad se hace más rentable artificialmente (por medio de un subsidio a los productores pagado con los impuestos de la población o pagado directamente a los productores por los consumidores obligados por alguna disposición forzosa del gobierno), esa actividad desplaza a otras actividades del uso del recurso o recursos claves para su producción. De lo contrario el privilegio no surtiría el efecto deseado y la actividad no se lleva a cabo. Su existencia depende de que el gobierno intervenga de tal manera que queden desplazados las otras actividades que normalmente la privarían de los recursos.
En economía se llama "desviación antieconómica de recursos" cuando por la fuerza se desvía antieconómicamente el uso de los recursos. La pérdida para el país llamada "costo muerto" es invisible porque consiste en la diferencia de rentabilidad entre la producción de lo económico que ya no se llevó a cabo, y por eso no se ve, menos la rentabilidad de lo antieconómico que es lo que si se ve.
El Ministerio de Privilegios sigue viento en popa. Las negociaciones del TLC tratan de “excepciones” privilegiadas que no estarán sujetas al libre comercio y estas son, precisamente, porque podrían representar competencia para los productores locales que no pueden competir. Irónicamente, al mismo tiempo el Congreso discute un mamarracho de “Ley de la Libre Competencia”, que debe quedar en la lista de leyes a derogar en el próximo gobierno. (Ojo: los que hacen el plan de gobierno de los candidatos, hagan su lista).
La mayor actividad privada o comercial de los habitantes, parte importante de la cual es la economía informal, se desarrolla sin ayuda de la fuerza del gobierno, por sus propios méritos, esmerada en servir necesidades y deseos ajenos, libremente. Mas bien el gobierno les estorba porque ni siquiera brinda protección de sus personas y sus bienes, y con los más altos precios resultantes de los privilegios les encarece sus insumos, y reduce el poder de compra de sus consumidores disminuyendo así su competitividad al disminuir el volumen de sus producciones. Todos esos efectos constituyen el costo escondido de los privilegios. Lamentablemente, se ven solo los beneficios que al país causan los privilegios, pues siempre los hay, pero ni sospechan los verdaderos costos porque, como lo indicaba arriba, no "se ven".
La América se pronunció al fin independiente. No fué la independencia el único de sus deseos. ¿Qué habría adelantado si al gobierno español, inglés o portugués que la regía hubiera sucedido un gobierno despótico? La América se proclamó independiente con dos objetos: tener en su mismo seno el gobierno que debía dirigirla y organizarlo de modo que fuese justo y protector de los derechos individuales de los hombres.
Jose Cecilio del Valle
La esencia de la libertad de un individuo es la oportunidad de desviarse de las formas tradicionales de pensar y actuar. El planeamiento por parte de una autoridad establecida excluye el planeamiento de los individuos.
Ludwig von Mises