Año: 10, Octubre 1968 No. 183

LEY, LIBERTAD E IGUALDAD

Lic. AGUSTIN NAVARRO V.

Cuando en la Antigua Atenas, Solón legisló tan sabiamente, basó sus leyes en un ideal de libertad fundado en el concepto de la igualdad de todos ante la ley.

Al mismo tiempo que la ley se aplicaba a todos, delimitaba la acción de las autoridades y la controlaba de manera que no perjudicara a los individuos, estableciéndose así el indispensable equilibrio.

La necesidad de que todos tuvieran una participación igual en el gobierno, dio lugar a la democracia. Desde esas épocas hasta nuestros tiempos, se constituyó lo que podría llamarse estado de derecho en donde imperaba la majestad de la ley que protegía a los ciudadanos en sus derechos individuales y a su vez limitaba el poder del Estado sobre estos ciudadanos, al cual sólo en casos excepcionales le daba la facultad de usar la fuerza o coerción.

En los tiempos actuales, en forma equivocada se ha supuesto que no hay gran necesidad de reducir el poder de las autoridades o gobiernos; sino por el contrario, se pretende dotarlos cada vez más de grandes facultades.

Debe admitirse que todos los seres humanos son diferentes, porque tienen diferentes aptitudes, diferente grado de inteligencia, diferentes cualidades morales y físicas, etc., etc.

Si se aplican las mismas reglas legales, los mismos principios jurídicos a los individuos tan diferentes entre sí, el resultado será una serie de desigualdades en todos los géneros. Si se vive bajo el imperio de la igualdad ante la ley, se tiene como resultado una diferencia económica notable.

Como dice el gran filósofo y economista Friedrich von Hayek, la sociedad libre regida por el imperio de la ley, es un tipo de sociedad en la cual todos proceden bajo una ley común y en la que aquellos factores que determinan el éxito de una persona, son individualmente, diferentes, donde por consiguiente las oportunidades y perspectivas son distintas. Por tanto, si el Estado da un tratamiento igual a todos, los resultados son desiguales. Esta aparente injusticia pretende remediarse con otro tipo de sociedad que persigue la realización de un ideal específico de la llamada «justicia social» que es inalcanzable porque ni siquiera puede nadie ponerse de acuerdo en qué consiste exactamente ni cómo puede aplicarse.

Para mayor claridad del pensamiento anterior, dejemos la palabra al expresado filósofo y economista von Hayek:

«Un gobierno que se encuentra limitado en todas sus acciones coercitivas por leyes generales, no podría encauzar las actividades económicas hacia una finalidad específica. Lo único que podría hacer siempre que se ajustara a las leyes generales y universales sería preparar las condiciones que las personas podrían utilizar para sus fines particulares. Casi todo lo que en los últimos 30 o 40 años hemos conocido como planificación económica no es otra cosa que permitir u obligar a algunos a hacer lo que a otros estará vedado. Es un sistema en el que mediante el establecimiento de precios o cuotas, sólo algunos pueden dedicarse a ciertas actividades. El principio dirigista en las fuerzas económicas significa que el gobierno se eroga derechos exclusivos para algunos actos que no permite a otros, o, más frecuentemente, para conferir derechos exclusivos beneficiando a determinadas personas en detrimento de otras».

«... la libertad significa un gobierno controlado, esto es, que la única forma de limitación de poderes que la humanidad ha descubierto en el largo proceso de su civilización es la que permite a la autoridad emplear la coerción sólo cuando ella está admitida por la ley. Logrado esto, la actividad estatal sobre la vida económica será efectivamente limitada. Agreguemos que este tipo de restricción es muy distinto del que a veces se presenta con el concepto vago y un tanto equivocado del «laissez faire». No postula que el Estado ha de desinteresarse de la vida económica, que deba prescindir por completo de los asuntos económicos. Todo lo contrario, recalca en primer término que un sistema económico floreciente presupone leyes que ofrezcan garantías acerca de lo que realizará o no el gobierno. Deja a éste en plena libertad para formular toda clase de reglamentos que se aplicarán no sólo a todos los ciudadanos, sino también al mismo gobierno. En principio no existe objeción dentro de este concepto de libertad económica a tales reglamentaciones: así, por ejemplo, los reglamentos de seguridad en la producción que obligan a todos a adoptar las mismas precauciones contra los accidentes».

Nosotros agregaríamos muchísimos otros más como Reglamentos de Tránsito, de Salubridad, etc., etc., etc.

«Es éste un amplio campo para la posible actividad gubernativa siempre que no involucre discriminaciones; con los reglamentos puede el Estado mantener su actividad en un plano de igualdad con sus ciudadanos, cooperando al desarrollo económico sin ocupar posiciones privilegiadas: actuará bajo las mismas leyes que se aplican a todos».

Ello excluye desde luego una desigual aplicación de reglamentos y sistemas, de privilegios, de derechos especiales conferidos oficialmente a ricos o a pobres.

En suma, el imperio de la ley debe subsistir siempre que la ley sea justa y establezca una igualdad para todos aplicada en forma igual, aún cuando produzca resultados desiguales. La ley debe servir para protección de las libertades individuales y al mismo tiempo para la limitación del poder de las autoridades que sólo en casos excepcionales pueden usar la fuerza o la coerción contra los particulares. Es la única manera de proteger la libertad individual.

Dejemos el último párrafo a von Hayek:

«Creemos que todos los que valoramos la libertad individual y tratamos de conservarla tendremos que extremar nuestros esfuerzos para persuadir a las masas que ahora gobiernan nuestro destino, de que si desean retener aquel poder han de restringir su empleo. Deben circunscribir sus actividades a aquellas esferas que puedan ser regidas democráticamente, porque de lo contrario comprobarán que el poder que detentan pronto ha de escaparse de sus manos para pasar a una burocracia permanente que muchos tememos ha de ser nuestro futuro amo».