Año: 11, Diciembre 1969 No. 211

N. D. La Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas se dice «Socialista». Pero, ¿lo es? Es socialista en el sentido de que han eliminado, casi en su totalidad, la propiedad privada. Pero siguen siendo capitalistas en varios sentidos. Primero, porque las producciones más urgentes y necesarias las han tenido que dejar al sistema capitalista, pues la experiencia, comenzando con los sucesos trágicos de la década de los veintes y de experimentos posteriores, les enseñó que, de lo contrario, perecerían de hambre. Y, segundo, porque aún no han encontrado la forma de establecer un sistema de valores propio que les permita asignar la utilización de recursos, independiente de los precios que, históricamente, dependen de la existencia de propiedad privada. Es decir, que tienen que depender del capitalismo del exterior y del interior para sobrevivir. Es, entonces, pura cuestión de gustos el llamarlos «socialistas». Porque socialistas, en el estricto sentido de la palabra, no lo son. Su vida misma depende de: permitir el capitalismo interno, y plagiar la información capitalista del exterior. Y lo más curioso es que, a pesar de que los socialistas de la U.R.S.S. lo saben y reconocen, en el mundo capitalista aún hay ingenuos que les hacen la apología. EL artículo siguiente, basado en datos oficiales rusos, es elocuente evidencia de cómo logran evadir las consecuencias de las medidas socialistas. Medidas que han sido impuestas mediante el terror que, al fin y al cabo, es la única manera de cómo se puede implantar el Socialismo.

Vacas Gordas y Vacas Flacas

[i]

Alejandro Kashin

Hace cincuenta años que el régimen comunista de la U.R.S.S. lucha por arrancar las huellas, de la llamada «psicología capitalista», de la mente del hombre soviético. Cincuenta años significan, por lo menos, dos generaciones de gente joven que han pasado toda su vida bajo el régimen comunista, y no conocen el pasado ni han visto, jamás, el mundo exterior con sus propios ojos.

Sin embargo, la «psicología capitalista» ha demostrado ser tenaz; casi podría decirse que es una característica innata que no han logrado erradicar cincuenta años de educación comunista.

Por ejemplo, observemos el problema desde otro punto de vista. ¿Qué pasaría si el Estado lograra arrancar del corazón del hombre soviético la «psicología capitalista»? Imaginémosnos que todos los habitantes de la U.R.S.S. trabajaran únicamente en los koljoses, sovjoses (haciendas estatales) y en las fábricas estatales, y que no produjeran nada fuera de esos koljoses y de esas fábricas. ¿Cuál sería la capacidad de producción del país en ese caso? La respuesta a esta pregunta se encuentra en muchas publicaciones oficiales soviéticas, entre ellas en la obra de consulta «La Agricultura de la U.R.S.S.». Hay que realizar un trabajo muy minucioso para reunir los datos necesarios debido a que por motivos comprensibles en la U.R.S.S. no existen cuadros con datos al respecto. Pero vale la pena realizar el trabajo, porque el desciframiento de las estadísticas soviéticas pone al descubierto he­chos y cifras sensacionales.

El 96.5 por ciento de toda la tierra cultivada en la U.R.S.S. pertenece a los koljoses. Sólo un 3.5 se encuentra en manos privadas, es decir, en manos de campesinos y trabajadores que pueden cultivarla para abastecerse a sí mismos o lograr, en esa forma, un ingreso extraordinario de dinero. Es evidente que no se pueden comparar dos cifras tales como el 96.5 y el 3.5 por ciento. No obstante, ¿en qué relación se halla la producción respectiva? Las mismas estadísticas soviéticas proporcionan aunque en forma velada la respuesta. Esta suena tan increíble que, si se hubiera tomado de una publicación occidental, hasta se la podría considerar como propaganda encaminada a desacreditar el sistema soviético. Pero, como se ha dicho, se trata de estadísticas oficiales dadas a conocer en Moscú.

La U.R.S.S. produce anualmente nueve millones de toneladas de carne y tocino. 4.5 millones de ellas provienen de las pequeñas explotaciones privadas de campesinos y obreros soviéticos. Es decir que, la explotación «capitalista» de pequeños terrenos produce tanto como los koljoses y sovjoses, ambos en manos del Estado y explotados en forma colectiva.

En la U.R.S.S. se consumen anualmente 62 millones de toneladas de leche. De éstas, 32 millones las produce el sistema colectivo y las 30 restantes, los «pequeños capitalistas». Pero lo que pasa con las papas es mucho más increíble. De los 87 millones de toneladas de papa que se consumieron el año pasado en la U.R.S.S., nada menos que 55 provinieron del sector privado, es decir, el 63 por ciento. Mencionemos una cifra más, para completar la imagen. De acuerdo con la entrega de 1969 de la «Agricultura de la U.R.S.S.», la economía privada aportó, el año pasado, el 80 por ciento de todos los huevos que se consumieron en ese país.

Repitamos entonces la pregunta del principio: ¿Qué sucedería si los comunistas lograran arrancar los «restos capitalistas» de la conciencia del hombre soviético? El «sector privado» de la agricultura soviética desaparecería y la población quedaría sometida únicamente, a los productos de los koljoses y sovjoses. No hace falta dar ninguna respuesta. Cualquier comentario es superfluo. Pero una cosa es clara: después de 52 años de agricultura estatal comunista, las vacas flacas del Estado jamás podrán reemplazar a las vacas gordas de la economía privada.


[i] Tomado de «Informe Semanal Desde Europa». Año VI, No. 288, del 29 de octubre, 1969.