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Año: 17, Julio 1975 No. 345
PREMIO NOBEL EN ECONOMÍA
Por Alberto Benegas Lynch [h]
Friedrich August von Hayek obtuvo el Premio Nobel en Economía. Galardón bien merecido después de cuarenta años de fructífera e ininterrumpida labor en el campo de las ciencias económicas y jurídicas. Esta distinción constituye, sin duda, un síntoma de saludable reacción de los círculos académicos frente a la arremetida socialista que, desde la Primera Guerra Mundial, viene cada vez más rápidamente socavando los cimientos de la civilización occidental.
La filosofía económico-social imperante en prácticamente todo Occidente durante la segunda mitad del siglo XVIII, en el XIX y los primeros años del XX, estaba basada en el respeto a la propiedad privada, en el patrón oro, en gobiernos con poderes limitados y, por ende, en el Estado de Derecho. En aquel período, el crecimiento demográfico, el nivel de vida de la población y el comercio internacional aumentaron en proporciones nunca antes vistas ni soñadas por la humanidad. Aquella filosofía eliminó el rígido sistema de privilegios imperantes en la era preliberal, se abolieron los permisos, las licencias, los fueros especiales y los carnés para comerciar. El espíritu totalitario inherente al mercantilismo del siglo XVI y el feudalismo de la Edad Media fueron vencidos merced a los beneficios que puso de manifiesto la práctica irrestricta de la libertad creadora.
Desde hace tiempo, y especialmente durante los últimos treinta años, se vienen aplicando las obsoletas políticas en boga durante el siglo XVI. Se abandonó la prudencia financiera incurriendo en descomunales inflaciones monetarias, provocando sucesivas crisis y descalabros económicos generalizados. Se reformaron constituciones, atribuyendo poderes omnímodos a los gobiernos, o simplemente, las constituciones republicanas se convirtieron en «letra muerta». Se promulgaron nuevos códigos y cantidad sideral de leyes y reglamentos, demoliendo el orden jurídico basado en la Justicia. Reaparecieran los arcaicos mitos del balance de pagos y los precios y salarios controlados.
Resulta de trascendental importancia comprender que para vivir en una sociedad libre, es menester que se entienda el significado y los fundamentos de la libertad, para así poder defenderla eficazmente y gozar de sus frutos. Esa es la única manera en la cual los hombres merecen ser libres. En los períodos de la historia donde los pueblos han disfrutado mayor grado de libertad, es precisamente donde «la clase dirigente» adquirió los conocimientos suficientes y estaba preparada como para demostrar las ventajas del sistema liberal. Las últimas generaciones dieron por sentado que seguirían usufructuando de la libertad, como si nunca nadie podría arrebatársela; pensaban tácitamente que nunca podrían vulnerarse los principios morales, jurídicos y económicos que sustentan aquel modo de vida. Pensaban que no había necesidad de entrenarse ideológicamente para defender las bases de la civilización. Sin embargo, los hechos demostraron lo contrario; los enemigos de la libertad, lenta pero firmemente, fueron ganando terreno hasta que encontraron a las seudodefensores de las instituciones libres con la «guardia baja», y así la penetración resultó rápida y sin obstáculos serios que oponerle.
En vista del peligro inminente, es estimulante comprobar que muchos son ahora los que se deciden por profundizar científicamente en las causas del malestar social, conocer los remedios y proponer las soluciones idóneas para poner fin a tal estado de cosas. Es así que se observa en muchos ámbitos, pero especialmente en el universitario el renovado resurgimiento del pensamiento liberal. En universidades de Estados Unidos, Europa y América Latina se va extendiendo el número de profesores realmente «sólidos», que con sus clases y trabajos publicados contribuyen grandemente a esclarecer la opinión en materia jurídica y económica. Es ésta una verdadera esperanza para la supervivencia de la civilización.
Por ello, es en verdad un valioso estímulo para los defensores del Estado de Derecho y la economía libre el premio otorgado al profesor Hayek.
Ludwig von Mises y las obras de Hayek
Hayek nació en Viena, el 8 de mayo de 1899, hijo de un profesor universitario de modestos recursos. D esde muy joven mostró afecto por el estudio y la investigación de temas sociales. Fue oficial del ejército austriaco durante la Primera Guerra Mundial. En 1921 se doctoró en Derecho en la Universidad de Viena y en 1925 obtuvo el doctorado en Ciencias Sociales en la misma casa de estudios. Realizó seminarios de Economía en la Graduate Institute of International Studies, en Ginebra. Los profesores que más influencia ejercieron sobre este ilustre economista fueron Friedrich von Wieser y Ludwig von Mises. Ambos destacados pensadores eran también austriacos y a su vez discípulos de Böhm-Bawerk y Menger. El Dr. Mises, con seguridad el economista más brillante de nuestra era, falleció en octubre de 1973; a un año de su muerte uno de sus alumnos más sobresalientes recibe el Premio Nobel en Economía. Hayek dice de Mises, en su obra «Individualism and Economic Order» (pág. 143): «La distinción de haber explicado el problema central de las economías socialistas de tal manera que no puede dejarse jamás de lado en una discusión seria, pertenece al economista austriaco Ludwig von Mises. En un artículo titulado Cálculo Económico en la Comunidad Socialista, aparecido en la primavera de 1920, demostró que la posibilidad de calcular racionalmente en el sistema económico se debe a la existencia de precios expresados en moneda. El punto esencial de Mises tratado como ninguno de sus predecesores lo hizo consiste en la detallada demostración de que el uso económico de los recursos disponibles sólo es posible si existen precios aplicados al producto final y a todos los factores de producción, y que ningún otro procedimiento, como el que se lleva al cabo en el mercado libre a través de la determinación de precios, es concebible. Además de la extensa obra a la cual fue agregado más tarde este artículo, el trabajo del profesor Mises representa el punto de partida obligado de todos las debates que aspiran a ser considerados seriamente acerca de los problemas económicos del socialismo».
Hayek egresó de la universidad junto con Gottfried Haberler, Fritz Machlup, Oskar Morgenstein y Gerhard Tintner. En 1927 fue designado director del recientemente creado Austrian Institute of Economic Research. En 1928 pronunció una conferencia en el «Verein fur Socialpolitik», trabajo que amplió en 1933, convirtiéndolo en su primer libro: «Monetary Theory and the Trade Cycle». En 1934 fue invitado a disertar sobre precios y producción en la London School of Economics; allí recibió el grado de Doctor en Ciencias Económicas, y al año siguiente publicó «Prices and Production». En 1954 fue designado profesor en la Universidad de Chicago. En 1962 ocupa la cátedra de Economía Política en la Freiburg Universtät. Actualmente es profesor en la Universidad de Salzburg. Escribió numerosos artículos, principalmente en «Económica» y en «The Economic Journal». Ocupó prestigiosas tribunas en distintos países. Los argentinos tuvimos el honor de haberlo tenido entre nosotros, invitado en 1957 por el Centro de Estudios sobre la Libertad de Buenos Aires. Aquí, en Guatemala, pronunció conferencias invitado en dos oportunidades (1965 y 1968) por el Centro de Estudios Económico-Sociales. Es Doctor Honoris Causa de la Universidad Japonesa de Ryukyu. Es fundador y presidente honorario de la Mont Pellerin Society.
Entre sus primeras obras sobresalen: «Monetary Nationalism and International Stability» (1937), «Profits, Interest and Investment» (1941) y «La Teoría Pura del Capital» (1948). Obras más recientes incluyen el libro preferido por el doctor Mises, «The Counter Revolution of Science» (1952), «The Sensory Order» (1955), «Studies in Philosophy, Politics and Economics» (1967), y el año pasado publicó el primer tomo de tres titulado «Law, Legislation and Liberty». Los otros dos tomos versarán, respectivamente, sobre «The Mirage of Social Justice» y «The Political Order of a Free Society».
Camino de Servidumbre
«Camino de Servidumbre», dedicado por el autor a todos los socialistas del mundo, apareció en 1944 y fue la obra de Hayek que tuvo mayor difusión, siendo traducida a doce idiomas. En el preámbulo leemos: «mis colegas socialistas siempre me han afirmado que, como economista, alcanzaría una posición mucho más importante en una sociedad del tipo que rechazo; siempre, por supuesto, que llegase yo a aceptar sus ideas. No es menos cierto que mi oposición a las mismas no se debe a que difieran de las ideas en que me formé, pues en mi juventud precisamente compartí aquellas, y ellas me llevaron a hacer el estudio de la Economía mi profesión. Para los que, a la moda de hoy día, buscan un motivo interesado en toda declaración de opiniones políticas, debo agregar que tenía sobrados motivos para no escribir y publicar este libro. Con toda seguridad, ha de molestar a muchas personas con las que deseo vivir en amistosas relaciones; por otro lado, me ha obligado a interrumpir trabajos para los que me creo mejor calificado...». En definitiva, concluye Hayek, que para lograr el bienestar del pueblo «lo importante es crear las condiciones favorables para el progreso, y no planificar el progreso». Más adelante nos ofrece una definición de socialismo: «...socialismo significa abolición de la empresa privada, de la propiedad privada, de los medios de producción y creación de un sistema de economía planificada». Dice Hayek que realmente es «significativa la historia intelectual de muchos dirigentes nazis y fascistas. Todo el que ha observado el desarrollo de estos movimientos en Italia o Alemania ha visto el número de dirigentes, de Mussolini para abajo (y sin excluir a Laval y a Quisling), que empezaron como socialistas y luego usaron el nombre de fascistas o nazis. Y lo que es cierto de los dirigentes es todavía más verdad de las filas del movimiento. La relativa facilidad con que un joven comunista puede convertirse en un nazi o viceversa, era bien conocida en Alemania por los propagandistas del partido... Es verdad, desde luego, que en Alemania antes de 1933 y en Italia antes de 1922, los comunistas y los nazis o fascistas chocaban frecuentemente entre sí. Competían los dos por el favor del mismo tipo de mentalidad y reservaban el uno para el otro el odio herético; pero su actuación demostró cuán estrechamente se emparentaban. Para ambos, el enemigo real, el hombre con quien nada tenían en común y a quien no había esperanzas de convencer era el liberal. En cambio, para el nazi, el comunista, y para el comunista el nazi, y para ambos el socialista, eran reclutas en potencia formados de buena madera aunque obedeciesen a falsos profetas. Pero ambos sabían que no cabía compromiso alguno con los que realmente creen en la libertad individual». Este tema lo completa el autor en el doceavo capítulo que tiene el sugestivo título de «Las Raíces Socialistas en el Nazismo». En otro de sus capítulos, Hayek describe con singular destreza cómo es que a través de sistemas políticos corruptos se logra explotar la ignorancia de las masas, este tema es tratado bajo el título de «Por qué los Peores se ponen a la Cabeza», que Hayek completa más tarde, en su obra ya citada, «Individualism and Economic Order», afirmando que «es muy frecuente que los grupos que pretenden ser oposición para el socialismo, al mismo tiempo avalan políticas que tienden a aplicar el socialismo. La explicación de esto se encuentra en que aquellos seudodefensores de la libre empresa, en definitiva, resultan ser defensores del privilegio cuando de ellos se trata». En 1969, catorce reconocidos profesores colaboran en «Roads to Freedom essays in honor of Friedrich A. Hayek», entre los que se cuentan Jacques Rueff (miembro de la Academia Francesa y exministro de Finanzas), Peter T. Bauer (profesor de Economía en la London School of Economics) y F. Lutz (profesor de Economía en la Universidad de Zurich).
La libertad y los historiadores
No podemos hacer un inventario de la labor hayekiana sin mencionar dos obras más. En primer término, «Fundamentos de la Libertad», publicada en 1960, donde en la Introducción nos dice que «el objetivo fundamental de este libro es aquel entramado de filosofía, derecho y economía de la libertad que nos es indispensable... Preciso es evidenciar que la libertad no es meramente un valor singular, sino la fuente y condición necesaria de la mayoría de los valores morales». «Fundamentos de la Libertad» se editó en español en dos volúmenes; contiene citas y referencias de ochocientos autores, entre los cuales, los mencionados con más asiduidad para respaldar sus expresiones son: Lord Acton, Edmund Burke, David Hume, John Stuart Mill, Adam Smith y Ludwig von Mises.
En segundo término debemos destacar la contribución de Hayek en «El Capitallsmo y los Historiadores», que juntamente con Ashton, Hacker, De Jouvenel y Hutt ponen de relieve algunos hechos históricos que han sido frecuentemente distorsionados por muchos escritores mal informados o interesados en tergiversar acontecimientos, describiéndolos de un modo distinto de lo que efectivamente sucedió. En este trabajo, Hayek afirma que «...las ideas históricas que nos guían en el presente no coinciden siempre con los hechos históricos... los mitos históricos han jugado, en la formación de las opiniones, un papel quizá tan grande como los hechos históricos mismos. Sin embargo, apenas podemos sacar provecho de las experiencias de nuestro pasado, si los hechos de los cuales deducimos nuestro razonamiento, no coinciden con la realidad... Existe un mito de primer orden, que ha contribuido más que ningún otro a desacreditar el sistema económico al que debemos nuestra civilización actual. Se trata de la leyenda de que la situación de las clases trabajadoras empeoró a consecuencia de la implantación del capitalismo... Deberíamos, con razón, considerar funesto un sistema que tiene la mancha de haber empeorado, aunque sea sólo por cierto tiempo, la situación de la capa de población más pobre... Que esto ocurriera así, fue en un tiempo enseñado amplia y extensamente por los historiadores económicos. Sin embargo, un examen más cuidadoso de los hechos ha conducido a una revisión fundamental de esta doctrina. Curioso es que después que esta controversia fue resuelta, la vieja idea sigue gozando, una generación más tarde, del asentimiento general», esto se debe a que los escritores «han hecho del estudio de la historia económica un instrumento de agitación política».
Perdurabilidad de principios básicos
Por último en este modesto homenaje a Hayek permítaseme citar una vez más al insigne pensador hoy Premio Nobel en Economía: «El principio rector que afirma que no existe otra política realmente progresista que la fundada en la libertad del individuo, sigue siendo hoy tan verdadera, como lo fue en el siglo XIX».
El profesor Henry Hazlitt escribía recientemente en la revista «The Freeman» de diciembre/73, refiriéndose al Premio Nobel en Economía: «En los pocos años de su existencia, ese premio ha recaído en los llamados «economistas matemáticos», en gran medida porque un puñado de ecuaciones matemáticas ininteligibles es lo que impresiona a los legos que creen que así se es «científico de verdad» y porque concediendo el premio a economistas exclusivamente por su habilidad matemática exime de tomar parte en el problema central de la política y de la economía: mercado libre versus planificación gubernamental; capitalismo versus socialismo; la libertad del hombre frente a la tiranía». Con Hayek deja de ser verdad aquella afirmación, ahora la distinción correspondió a un liberal. Para terminar, entonces, oigamos lo que tiene que decirnos en su Tratado de Economía el maestro de maestros, Ludwig von Mises, acerca de las matemáticas aplicadas a la economía y respecto al significado del término liberal: «...EI método matemático ha de ser recusado no sólo por su esterilidad. Sus silogismos no sólo son vanos; distraen, además, la atención de los verdaderos problemas, deformando la concatenación existente entre los diversos fenómenos económicos» (pág. 442). Y en el prefacio a la tercera edición española (Edit. Sopec - Madrid, 1070 pp.): «Debo señalar, en primer término, que empleo siempre el vocablo liberal, en el sentido al mismo atribuido a lo largo del siglo XIX y que aun la Europa continental le reconoce. Resulta imperativo así proceder por cuanto no disponemos de otra expresión para definir aquel gran movimiento político y económico que desterró los métodos precapitalistas de producción, implantando la economía de mercado y de libre empresa; que barrió el absolutismo real y oligárquico instaurando el gobierno representativo; que liberó a las masas, suprimiendo la esclavitud, las servidumbres personales y demás sistemas opresivos».
«Si se desea contar con la simpatía de las grandes masas, se les debe decir las cosas más crudas y más estúpidas»
Adolf Hitler, (Mein Kampf)