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Año: 19, Marzo 1977 No. 386
Los Derechos Son Libertades, No Poderes
Oscar W. Cooley
Según el diccionario, la palabra «derecho», en su acepción como sustantivo, significa: «una reclamación justa o legal». ¿Reclamación sobre qué? Sobre cualquier cosa a la que legalmente se pueda aspirar.
Tengo derecho a la vida, derecho que puedo justamente reclamar. Tengo derecho a la libertad, o sea, una justa pretensión a ser libre. Tengo derecho a la propiedad, o sea, a la posesión de tierras, bienes o cualquier otra clase de riquezas.
Mi derecho no es a la vida, a la libertad o a la propiedad, propiamente, sino a poder justamente reclamarlas. Esta diferencia es importante. La comprendieron los próceres de nuestra independencia, pero hoy día existe una equivocación muy grande al respecto.
La equivocación consiste en confundir el derecho a una cosa con la cosa misma. Así, hay gente que dice que: «Todos tienen derecho a una dieta adecuada», cuando lo que en realidad quieren decir es que cualquiera puede exigir que de la alacena común se le asigne una dieta adecuada a través de impuestos, o que a través del voto se le asigne un subsidio público. Pero lo cierto es que nadie puede justamente reclamar dichas cosas.
Jefferson, quien fue el que asentó en la Declaración de Independencia de Estados Unidos de América, que: «todos los hombres tienen ciertos derechos inalienables, cuales son el derecho a la vida, a la libertad y a la búsqueda de la felicidad», se hubiera quedado sorprendido si alguien le hubiera dicho que corresponde al gobierno el proveer alimentación, ropa y albergue para todos, porque el tener dichas cosas es un derecho que a todos les corresponde. Uno puede tener derecho a una dieta adecuada, pero no puede obligar a nadie a proporcionársela. «Inalienable» significa lo que no se puede alienar, o separar de... Un derecho inalienable es un derecho natural con el que la gente nace y del que no pueden ser despojados.
La oportunidad a la búsqueda de vida, libertad y felicidad es aparentemente a lo que Jefferson se refería. Cuando optó por incluir la vida como uno de los derechos inalienables, probablemente tenía en mente el derecho a vivir y a vivir lo más plenamente posible. Sabía muy bien que la vida, la libertad y la felicidad no pueden garantizarse ni a pocos ni a muchos. No vivimos en esa clase de mundo. Pero tenemos derecho a la búsqueda y nadie en justicia nos puede privar de ese derecho.
Los derechos que se especifican en las diez primeras enmiendas a la Constitución de Estados Unidos de América, son libertades u oportunidades. No son logros. Por ejemplo: el otorgar libertad religiosa como lo hace la primera enmienda, no hace que la gente sea religiosa. Más bien prohibe a otros (al Congreso) interferir con la gente en la práctica de la religión que ellos estimen.
Igualmente con la libertad de emisión de palabra, libertad de imprenta, libertad de reunión y libertad de petición. No es que sean prescritas. La enmienda únicamente las hace accesibles a la gente para que las practiquen sin interferencia alguna.
Estos derechos fundamentales que Patric Henry, George Mason y otros insistieron en que debieran ser agregados a la Constitución, son negativos en el sentido que se señalan ciertas oportunidades que el gobierno no puede negar o intervenir y las cuales deben quedar a disposición del pueblo.
Todos los verdaderos derechos son de esta naturaleza. Son libertad de interferencia. Enumeran las cosas que a la gente no se le debe evitar hacer.
El jurista Thomas Mclntire Cooley veía como un derecho aquello que la ley le garantiza al poseedor, a través de exigir a los demás que lo respeten y que se abstengan de violarlo.
Como fundamento a todos los demás derechos, está el derecho a la propiedad. Este es un justo reclamo o un reclamo legal sobre la tierra, o sobre la riqueza creada por el hombre, o sobre su potencialidad de trabajo. ¿Por qué es que la gente debe poder contar con dicho derecho? Deben contar con él, si han de usar y controlar esas cosas de tal manera que puedan proporcionarles una forma de vida. El derecho a la vida no sería de ningún valor si no se viera acompañado al derecho a explotar el ambiente material en tal forma que le permita conservarla. Tal es el derecho de propiedad.
James Wilson, miembro del Congreso Continental, y uno de los firmantes de la Declaración de Independencia, dijo:
«El derecho a la propiedad privada está fundado en la naturaleza misma de los hombres y de las cosas. La propiedad exclusiva multiplica el producto de la tierra. ¿Quién cultivaría la tierra y sembraría el grano, si no tuviera ningún interés especial en la cosecha? ¿Quién cuidaría de crear y atender las manadas o rebaños si supiera que cualquiera que quisiera se las podría arrebatar con sólo demandarlas? Lo que no es propiedad de nadie, es desperdiciado por todos. Lo que pertenece a un solo hombre en lo particular, es objeto de su atención y cuidado. La propiedad exclusiva evita el desorden y promueve la paz».
Nuevamente debemos recalcar que el derecho a la propiedad no significa que uno pueda quitar a otro lo que realmente le pertenece sin su autorización. Solamente significa que la gente puede buscar la propiedad, producirla, comprarla o heredarla, y que ninguno, ni sus vecinos, ni el gobierno, puede prohibírselos o recortar dichos derechos.
Oímos mucho del derecho al trabajo. Esto no significa que la sociedad (el gobierno) debe proporcionar trabajo a todo trabajador. Significa que cualquiera puede ofrecer sus servicios en el mercado laboral, en busca de trabajo, tratando de calificar y decidiendo por sí mismo si le conviene o no aceptar el trabajo que se le ofrezca.
Este derecho se basa también en el derecho de propiedad. El potencial de trabajo del que uno dispone es su propiedad personal y él es libre de usarlo, venderlo, mejorarlo o aun desperdiciarlo. Si se le prohibe hacerlo, ya sea por orden gubernamental o a través de una ley de salario mínimo, o por un sindicato que se aprovecha de los privilegios especiales que le concede la Ley de Trabajo, pierde el individuo uno de los derechos más fundamentales del hombre.
El Gobierno Municipal de la Ciudad de Detroit ha expedido una ley que todos los policías empleados por la ciudad deben residir dentro del perímetro de la misma. Algunos policías han protestado dicha regulación, aduciendo que a ellos los ampara el derecho a vivir donde quieran.
En realidad es así. Pero la ciudad también tiene derecho a escoger sus empleados. Como empleador tiene derecho de propiedad sobre el dinero que paga a sus empleados en calidad de salarios. Puede especificar cualesquiera cualidades en las personas a quienes les pague esos salarios. El aspirante que no esté de acuerdo con esos requisitos es libre de solicitar empleo en otra parte. Forzar a un empleador a emplear a algún trabajador en lo particular, equivale a restringir el derecho de propiedad del empleador.
Una coalición de estudiantes independientes de los colegios y universidades de Estados Unidos de América, ha sido integrada para solicitar una ayuda mayor por parte del Gobierno Federal a favor de los estudiantes. «Opinamos» dice Roberto Kaplan, quien encabeza dicha asociación, «que a ningún estudiante se le debe denegar el poder seleccionar el colegio o universidad que él escoja, solamente por razones económicas». Según esto, cualquier estudiante tendría derecho a ir a la Universidad de Harvard, correspondiendo al gobierno el pago de su educación.
Aquí nuevamente nos encontramos con la pretensión de que un derecho no solamente da libertad de hacer una cosa, sino que es el privilegio de poder coaccionar a los otros para que contribuyan a su ejecución. Si esto fuera cierto, el derecho no sería una libertad, sino un poder. La coalición a que hemos hecho referencia, no sólo desea la libertad del estudiante de poder solicitar ingreso a la universidad de su preferencia, privilegio del que ya goza, sino que desea poder esgrimir el poder de obligar a otros a costear los gastos del estudiante durante su estancia en la universidad.
Los finqueros a veces reclaman el derecho a recibir precios que no solamente cubran el costo de producción, sino que también les rindan una ganancia. Nadie tiene derecho a recibir ningún precio especial por cualquier producto. A lo que tiene derecho es a la libertad de venderlo por lo que el mercado le dé, buscar un mercado mejor o dejar de producir una clase de cosecha y producir otra.
El empleo, la educación, la salud y la seguridad son, según se nos dice, el derecho de todo ciudadano norteamericano. Los que reclaman dicho derecho lo consideran un argumento incontrovertible, y el argumento clave que ha de orientar al legislador, indicando a éste cómo debe votar.
Ridículo hubiera sido por parte de los Peregrinos, si al hollar por vez primera la tierra de Cape Cod, hubieran afirmado tener derecho a pretensiones de dicha naturaleza, por halagadoras que fueran. Los derechos de ellos eran exactamente los mismos que los nuestros ahora. Los derechos de ellos eran los de buscar y tratar de establecer (en caso que ello les fuera posible), estas formas satisfactorias de vida. Y esos, exactamente, son también nuestros derechos.
Tomado de: The Freeman, agosto de 1976.
Tradujo: Hilary Arathoon