Año: 28, Mayo 1986 No. 605

N. D. Jean-Francois Revel fungió durante muchos años como editorialista del Semanario LExpress, además de haber publicado innumerables ensayos y de ser autor de varias obras muy famosas entre las cuales se pueden mencionar por ejemplo: Ni Marx ni Jesús, Cómo Terminan las Democracias y El Estado Megalómano. Este artículo suyo, publicado en la Revista Encounter en febrero de 1985, fue traducido por el Dr. Luis A. Recinos. Como el lector podrá apreciar, muchos de los comentarios de Jean-Francois Revel, aparecidos hace cerca de un año, son en extremo actuales y arrojan mucha luz sobre los eventos acaecidos recientemente en los aeropuertos de Roma y Viena, y sobre la respuesta de los Estados Unidos a Libia.

TERRORISMO INTERMINABLE

Jean - Francois Revel

Por ya más de una década el terrorismo se cuenta entre los más poderosos agentes de tensión e inseguridad en el mundo occidental. Su intenso acecho y sus apariciones esporádicas, así como su ubicuidad inesperada, son factores que contribuyen a su poder y a cortarle todos los medios de defensa a las naciones a las que ataca. ¿Cuál es la relación entre un asesinato en Bilbao, una emboscada por guerrilleros en el Perú, una bomba en un tren en Francia, peatones en una calle de Londres atacados con fuego de ametralladora desde las ventanas de una embalada, el secuestro de un avión a partir de Frankfurt o Kuwait y el minado del Mar Rojo?. Gobiernos y público, incapaces de lidiar con un agresor tan elusivo a menudo prefieren dejarse llevar por una disimulada habituación a los hechos en lugar de buscar la verdad en las implicaciones claras. Hemos gastado demasiado tiempo posponiendo el momento de mirar al terrorista cara a cara y ver sus verdaderas facciones.

El terrorismo moderno tiene tres características básicas: Sus blancos principales son las democracias, es un sistema internacional, y es un terrorismo nacionalizado un terrorismo de Estado. Estas tres definiciones obligan a una pregunta y a una conclusión, preferiblemente práctica. Pregunta: ¿Por qué les ha llevado tanto tiempo a las naciones plagadas por el nuevo terrorismo entender su naturaleza? Conclusión: Una amenaza internacional requiere igualmente una riposta internacional.

De acuerdo a la ideología clásica, el terrorismo y la guerra de guerrillas constituyen el último recurso, e ipso facto legitimo, de los que luchan por la «libertad» en contra de las «dictaduras»: Es la lucha de la resistencia contra la ocupación. Son solamente los oprimidos, despojados de todos los medios pacíficos para defender sus derechos, quienes se ven forzados al terrorismo. ¿Pero cómo es que esta ideología explica el terrorismo de hoy? Porque si bien es cierto que el mundo contemporáneo presenta el lamentable espectáculo de una mayoría de naciones esclavizadas, no es precisamente en ellas donde prolifera la violencia terrorista.

El nuevo terrorismo, tal cual se desarrolló durante la década de los setenta, ha sido inflingido predominantemente sobre las democracias; en otras palabras, precisamente en aquellos pocos países en los cuales el sistema político debería, en teoría al menos, hacer innecesario recurrir a la violencia. Esta falta de lógica es familiar en los viejos y bien conocidos casos de Italia, la República Federal de Alemania, la España post-franquista y, más recientemente, Portugal. Un vistazo al mapa de ataques cometidos desde 1970 muestra la mayor densidad en Europa Occidental.

¿ No es intrigante esta anomalía, que hace que la ofensiva de terror sea mucho mayor en un grupo de países que comparados con el resto del mundo gozan de un grado mucho mayor de justicia y libertad política? Y la plaga es aún más sospechosa en regiones en las cuales la democracia es frágil, y por lo tanto más vulnerable a la violencia. En América Latina una extraña coincidencia recurre oportunamente con la regularidad de una ley natural. En cada ocasión que una nación es (o se torna, o está en proceso de volverse) democrática, entonces aparece el terrorismo. Sucedió en Venezuela en 1960 al instaurarse el sufragio universal. Lo estamos viendo ocurrir en Colombia, en donde aquellos europeos que simpatizan con la guerrilla olvidan que el terrorismo opera en un país que ha tenido elecciones libres regulares, gobiernos alternos, libertad de prensa, partidos políticos y un sindicalismo fuerte por más de treinta años.

Tal vez no sean democracias perfectas, ¿pero entonces? En todo caso, sus instrumentos democráticos refutan toda justificación del terrorismo como un instrumento contra la dictadura.

A este respecto, el ejemplo peruano es virtualmente un modelo clásico. Sabemos que en el Perú apareció una organización llamada «Sendero Luminoso» alrededor de 1965. Este grupo subversivo no cometió ningún acto de violencia terrorista durante los once años de dictadura militar, gracias a la cual, a partir de 1968, varios generales reformadores produjeron el colapso del PNB en un 60% y llevaron a la gente de la pobreza a la miseria. Como resultado de este fracaso, el proceso de restaurar la democracia se inició hacia el final de 1979, y la primera elección presidencial desde 1963 se programó para el 19 de mayo de 1980. La primera acción armada del «Sendero Luminoso», y el momento escogido es casi demasiado perfecto para ser coincidencia ocurrió el 18 de mayo de ese mismo año. Al día siguiente los peruanos eligieron como Presidente al centrista Fernando Belaúnde. Al cabo de 4 años de una pesadilla continua de crímenes sangrientos, lo inevitable tenía que ocurrir, Belaúnde, impotente para combatir el terrorismo por medios ordinarios, le confió dicha tarea al ejército.

Incluyo en esta lista, instructiva aunque parcial, al Líbano, la primera y única democracia en el mundo árabe. Esta democracia acabó siendo derribada por la presión de haberse vuelto cuartel general, depósito de municiones y de armamento, centro de entrenamiento y torre de control del terrorismo internacional.

El terrorismo contemporáneo es sin duda internacional, incluyendo los casos en los cuales primero se desarrolla a partir de conflictos sociales. Los vascos de la ETA tienen sus líneas de aprovisionamiento en Libia, el cercano oriente, Irán, Cuba y Nicaragua. En contrapartida, el supuesto «periodista danés» que intentó asesinar a favor de Managua al dirigente antisandinista Edén Pastora en la zona fronteriza con Costa Rica, y quien no logró sino matar a varios corresponsales extranjeros que cubrían la conferencia de prensa de Pastora, era... ¡un vasco! El jefe del comando terrorista que intentó asesinar a Shapour Bakhtiar en París en 1980 a favor de Khomeini sólo logró matar a una mujer inocente, era un palestino con pasaporte libanés. El jefe del ejército secreto armenio para la liberación de Armenia, arrestado después de la masacre del aeropuerto de Orly, en París, tenía un nombre muy poco armenio y un pasaporte sirio muy real. La Interpol cree firmemente que el hombre quien temerariamente ametrallara a los comensales y meseros del restaurante de la «rue des Rosiers» en París, en 1982, es el mismo que más tarde asesinó al dirigente palestino de tendencia moderada lssam Sartaoul, durante el Congreso Internacional socialista de Lisboa, en abril de 1983. El grupo terrorista portugués FP-25 (Fuerza Popular 25 de Abril), recibe ayuda de la ETA. La rede NOR AID con sede en los Estados Unidos de Norteamérica, provee armas y dinero a los terroristas del IRA (Ejército Irlandés Revolucionario). En Francia, la policía ha logrado establecer que Acción Directa tiene apoyo en el extranjero. Estos arreglos para asistencia recíproca son ya cosa vieja y conocida.

Fueron japoneses miembros del ejército rojo, quienes llevaron a cabo la masacre en el aeropuerto de Lad, en Tel Aviv en 1972. Fue el venezolano Carlos, trabajando para la OLAA (Organización para la Lucha Armada Arabe), quien dejó su marca personal en los ataques del 31 de diciembre de 1983, en la estación ferroviaria de Marsella y en el tren de gran velocidad, en Francia. A menudo se encuentran iniciales o nombres desconocidos para despistar a los investigadores. Yo sé que está a la moda mofarse de aquellos quienes mantienen la idea de un único «conductor clandestino» orquestando el terrorismo mundial. Aunque pueda que haya varios de ellos, para nosotros es lo mismo Las variadas y a menudo divididas células de redes terroristas han logrado un grado de coordinación tal que constituye el equivalente de una organización multinacional coherente. Tanta coherencia y longevidad, tan gran capacidad para reagruparse continuamente, reponer miembros y restaurar medios, es inimaginable sin la ayuda de algún Estado. Los gobiernos occidentales han comenzado a identificar a los estados terroristas Libia, Irán, Irak y Siria por un lado Por & otro, a países comunistas que operan redes de contactos con la Unión Soviética Bulgaria, Checoslovaquia, Alemania Oriental, Cuba, Yemen del Sur. Todos éstos pueden contarse y en esta categoría y sus contribuciones pueden agregarse a la ayuda que los servicios secretos soviéticos proveen directamente a los varios grupos terroristas. Aunque es difícil establecer responsabilidades, por estar las conexiones muy disimuladas, después de tantos años la dificultad ya no es la de conseguir pruebas, sino la de considerarlas con la seriedad que el caso amerita.

¿Por qué? Para las democracias la negación timorata de identificar plenamente a los verdaderos instigadores tiene sus orígenes en un dilema práctico. Supongamos que ya no es posible ignorar la conclusión que el servicio secreto búlgaro y por lo tanto la KGB, estaba detrás del intento de asesinar al Papa. ¿Qué hacer? La enormidad de las medidas a tomar impiden a los involucrados abrir los ojos y enfrentar la verdad. La decisión que se ha repetido en 1970, 1972 y 1975, cada vez que se encontró a los servicios secretos del bloque del Este en el acto de subvencionar y apoyar el terrorismo en los países occidentales fue ignorar los hechos. Lo que menos se puede afirmar es que esta ignorancia simulada haya inclinado a los estados terroristas hacia la moderación.

La actitud indulgente de la prensa y de los formadores de la opinión pública tiene razones más complejas: un sesgo a favor de los terroristas considerándoles como verdaderos paladines de la libertad; la simpatía de los intelectuales marxistas por la violencia anticapitalista; y el desdén por la historia. Se considera que los tupamaros del Uruguay libraron un combate contra la dictadura, ¡cuando en realidad fueron ellos quienes la trajeron al poder al sabotear su propia democracia! Para algunos, la historia de Turquía se inicia con el golpe militar en septiembre de 1980. Olvidan, sin embargo, los innombrables incidentes de violencia (a veces hasta 20 asesinatos diarios) que por más de 20 años erosionaron la democracia turca. ¿Instigados por quién? ¿Por qué fue que el gobierno de Bonn se negó continuamente a extraditar a los terroristas turcos, aún en los días cuando el demócrata-social Bulen Ecevit era primer ministro, tan democráticamente electo como el canciller Helut Schmidt? ¿Ignora el público acaso que el Sendero Luminoso ha masacrado a miles de campesinos que se han negado «servir a la revolución»? ¿O que los guerrilleros en El Salvador, apenas una minoría (como lo demostraron las elecciones) se comportan a este respecto exactamente igual que los Escuadrones de la Muerte?

Cometemos un grave error cuando les damos aunque sea una pizca de respeto a las minorías violentas que matan cuando no convencen, porque no son capaces de ¡untar suficientes seguidores para ganar una victoria en las urnas.

¿Y qué tipo de héroes son estos cobardes «guerrilleros urbanos» que no corren riesgos masacrando inocentes, y utilizando armas proveídas por dictaduras extranjeras? En agosto de 1964, la policía inglesa fue inmisericordemente crucificada por haber matado accidentalmente a un joven manifestante en Irlanda del Norte. De acuerdo. Pero ¿cuántos asesinatos habían sido provocados por el agente del NOR AID que la policía trataba de arrestar? El terrorismo internacional de estado exige una respuesta igualmente internacional por parte de los estados amenazados. Esto parece que ya se comprendió: EL 9 de junio de 1984, siete democracias occidentales reunidas en Londres para una cumbre económica, adoptaron una resolución para proveer ayuda coordinada en la lucha antiterrorista Queda todavía por verse las aplicaciones prácticas que reciba dicho programa. Si se vuelve no mas que «perseguir al asesino», entonces corre el riesgo de ser una historia que se repetirá interminablemente.

Las democracias deben advertir a las naciones agresoras que ya dejaron de ser cándidas, y que las consideran responsables. El arte de los poderes totalitarios ha consistido en inventar formas de guerra bajo otros nombres y el terrorismo es una de ellas Para de verdad hacerse efectiva, la lucha contra el terrorismo no puede verse más como una simple «acción policíaca» o de «mantenimiento del orden», es una cuestión de defensa nacional.

A Propósito de Como Terminan Las Democracias

«La democracia en lo que tiene de mejor, lleva consigo, efectivamente, las causas de su propia pérdida. Tolera en su seno adversarios asesinos, los que ellos no soportarían en el suyo. Los primeros libros de Revel eran filosóficos y críticos. Desde hace una docena de años el filósofo se ha arrojado a un combate político: ha querido ser, con su inmenso talento, el enemigo solitario de la tiranía». Emmanuel Le Rey Ladurie, LExpress

«Es un libro combativo, brillante, rebosante de humor y fuerza. De los regímenes totalitarios y sobre todo el soviético Revel habla con una claridad purificadora. Y subraya con insistencia un hecho del que raras veces se habla: la ley de los dos pesos u dos medidas, la desigualdad de oportunidades entre el Oeste y el Este. A través de toda clase de ramificaciones el régimen leninista actúa en el interior de las sociedades democráticas, sociedades abiertas por naturaleza, de las cuales espera y prepara la destrucción. Estas, por el contrario, no tienen ningún acceso ni a la opinión, si a las redes de influencia, ni a las realidades de las desgraciadas sociedades situadas bajo la cobertura bolchevista. Al leer a Revel se tiembla por las democracias occidentales» Jean Laloy, Le Figaro

«El último libro de Revel es una obra poderosa, documentada y con frecuencia, no obstante la gravedad de los temas disecados hasta la médula, de una dialéctica feroz. En estos tiempos pomposos Revel sabe siempre analizar con humor los problemas más serios. Aun cuando rehuse admitirlo, Revel me parece demasiado pesimista en cuanto al porvenir de las democracias. Admite que la opinión pública se muestra menos ciega que los expertos. En la información se registran progresos. Así, en la izquierda se puede ahora, sin dificultad, hablar del fascismo rojo o del imperialismo soviético. No era éste el caso en los años sesenta». Olivier Todd, Le Motin

«Lo que Revel nos manifiesta en este libro es, en cualquier caso, trágicamente luminoso, irrefutablemente demostrado por una buena parte de la historia contemporánea y por la totalidad de la historia reciente. En apoyo de su tesis, Revel multiplica los ejemplos y todos son convincentes». Jean Bourdier, Minute

«Este decimoctavo libro de Revel no es obra polémica, sino un ensayo histórico concebido como un mecanismo de relojería para desmontar perfectamente el fenómeno de la expansión comunista. Claro e incisivo, es de hecho un apasionado homenaje a la democracia. Sobre todo. no se lo pierda». Daniéle Granet, Le Nouvel Economiste, Jean Laioy, Le Figaro

«Para destruir una sociedad es necesario des-legitimar primero sus instituciones básicas para lograr así desarraigar la identificación y el afecto que los ciudadanos tienen hacia las autoridades condenadas a la destrucción».

Jeane J. Kirkpatrick, «La Equivalencia Moral», 1985