Año: 31, Marzo 1989 No. 674

N. D. Michael Novak es Teólogo e Investigador Residente en Filosofía, Religión y Política Pública del American Enterprise Institute, de la ciudad de Washington. Entre los influyentes libros que lleva publicados se encuentran Creencia y Descreimiento. La Experiencia de la Nada, El Ascenso a la Montaña, El Vuelo de la paloma, El Advenimiento de la Etnica de las Razas sin Crisol, Los Fusiles de Lattimer, El Espíritu del Capitalismo Democrático y Libertad sin Justicia. El Dr. Novak es Profesor Visitante de la Universidad Francisco Marroquín. Este artículo es la segunda parte de dos entregas (ver No. anterior). Fue tomado de la Revista CIENCIA POLITICA, publicada en Colombia.

La Libertad Requiere de Propiedad

Por Michael Novak

Cada ser humano es un espíritu encarnado, compuesto de cuerpo y alma. Esto significa que la libertad del espíritu humano debe ser capaz de expresarse en el mundo material, si la libertad humana ha de ser eficaz en la historia. Desde este punto de vista, Santo Tomás de Aquino llegó a la necesidad de la propiedad privada. Sin propiedad en manos de cada individuo, la libertad de acción de este ciudadano está limitada. Pero la propiedad privada también es un incentivo que trasciende las generaciones y que estimula a cada ser a trabajar no sólo para sí mismo o para si misma, sino también para sus seres queridos de otras épocas. Otra razón para preferir un régimen de propiedad privada consiste en que, como sistema social, sirve mejor al bien común que cualquier otro.

Incluso la sociedad tradicional precapitalista ha aprendido, mediante la experiencia, que un régimen de propiedad privada sirve mejor al bien común que un régimen de propiedad colectiva. Por esta razón, la mayoría de las sociedades tradicionales precapitalistas prefieren regímenes de propiedad privada, mercados e Incentivos. Estas técnicas no constituyen capitalismo. Son tradicionales y precapitalistas. Una genuina sociedad capitalista no nace hasta el momento en que existe un mayor conocimiento y la sociedad se organiza alrededor de éste. Y este reconocimiento indica que la causa de la riqueza de las naciones reside en la mente. Por esto, son necesarias las instituciones favorables a la invención, al descubrimiento, a la difusión universal de la educación y a la liberación del intelecto practico de los propietarios individuales.

Esta es la razón de por qué, en los Estados Unidos, Abraham Lincoln decidió con tanta determinación abrir el Oeste a través de una acción crucial del Estado: la promulgación de la Ley de Asentamiento (colonización y titulación supletoria). Lincoln no quería que los Estados Unidos se organizara de acuerdo al sistema social de los estados del sur, que consistía en la posesión de numerosas grandes plantaciones. Lincoln quería que el resto de los Estados Unidos estuviera abierto a los principios de trabajo libre, no bajo la esclavitud. Su idea consistía en que la empresa surgía de la libertad.

«Si la Constitución y la Unión, no habríamos obtenido el resultado; pero aún éstas no son la causa principal de nuestra gran prosperidad. Existe algo detrás de esto, más íntimamente entretejido con el corazón humano. Este algo es el principio de la libertad para todos el principio que abre camino a todos da esperanza a todos y, por consiguiente empresa e Industria para todos».

El trabajo libre ampliaría la movilidad hacia arriba a través de la sociedad. También conduciría a una mucho mayor prosperidad, mediante el uso de la Inteligencia aplicada de cada individuo al problema inmediato que tiene entre manos. Existe más inteligencia social en 100.000 campesinos privados que en un pequeño grupo colectivo de autoridades estatales intentando planificar la economía. Esta era la hipótesis. Este era el experimento. De este experimento surgió la riqueza de los Estados Unidos.

La creatividad humana necesita la apropiación de la propiedad por el individuo. Para Incrementar la creatividad humana, se debe incrementar la propiedad privada. «Para la masa do los individuos, la idea de la creación artística sólo puede expresarse de una manera impopular en los presentes debates: la idea de la propiedad. El hombre común es incapaz de modelar una greda con forma humana, pero puede modelar una tierra con la forma de un jardín, y, aunque lo ordene con geranios rosas y papas azules en líneas rectas alternadas, continúa siendo un artista, porque ha escogido. Un hombre común no puede pintar una puesta del sol, cuyos colores admira, pero puede pintar su propia casa con los colores que elija, y, aunque la pinte verde arveja con puntos rosadas, sigue siendo un artista, porque es su elección. La propiedad es solamente el arte de la democracia. Significa que cada hombre debe tener que modelar su propia imagen, y él, a su vez, está modelado a imagen del Cielo». (G. K. Chesterton).

Esto debe comenzar por la base de la sociedad. Como ideal, la buena sociedad debe alcanzar la propiedad privada universal. Esta propiedad no necesariamente debe ser en tierras. Puede ser gracias a una amplia dispersión e la propiedad privada de los medios de producción.

Un régimen que tanto teológica como filosóficamente pone énfasis en la más amplia distribución posible de la propiedad privada, faculta a los ciudadanos para actuar en el mundo de las cosas materiales mediante instrumentos materiales de ellos. Que un régimen de propiedad privada alcance o no efectivamente un más alto nivel de bien común que cualquier otro sistema, no es asunto filosófico o teológico; es un asunto empírico.

Han sido dos los principales rivales de un régimen de propiedad privada: el tribalismo, que Julio César describiera entre las tribus germánicas de los tiempos antiguos, y el socialismo ideológico del siglo XIX Empíricamente el Colectivismo tribal fue incapaz de alcanzar el nivel en favor del bien común propio de los regímenes de propiedad privada. Por eso comenzaron a desaparecer de la historia. Algo muy semejante parece estar ocurriendo empíricamente en los regímenes socialistas que hoy sobreviven. La decadencia de los regímenes socialistas se halla en la naturaleza humana. Tal como habría dicho San Buenaventura: «¿Quién sequedaría toda la noche conla vaca enferma?».

Para el desarrollo económico es importante proceder con ánimo universal, sin dejar fuera a nadie. Cada persona tiene obligaciones con respecto al bien común; este se fortalece con los esfuerzos y éxitos de cada individuo. La sociedad, en su conjunto, necesita las manos solicitas y las mentes alertas de todos sus ciudadanos. En consecuencia, hay que cerciorarse de que todos estén preparación para convertirse en activistas económicos.

Así mismo, deben establecerse incentivos al alcance de todos. Empíricamente, no parece dar muy buen resultado hacer un llamado a los individuos para que se conviertan en económicamente activos en aras del bien común. Con mayor probabilidad lo lograrán, si ven que, mediante su trabajo, serán, capaces de mejorar su propia condición y la de sus familias. Su motivo para convertirse en económicamente activos tiene menos importancia para el bien común que el hecho mismo. Dios será el juez de sus motivos; desde el punto de la política pública, es suficiente que los ciudadanos cooperen laboriosa y creativamente con sus semejantes, contribuyendo en las actividades económicas que constituyen una economía dinámica y su crecimiento.

Es importante advertir, además, que el activismo económico no es moralmente neutral. A fin de actuar de un modo fructífero y creador, los ciudadanos deben ya estar en posesión de ciertas virtudes. Estos valores son la condición sine qua non de una economía en desarrollo. El crecimiento económico surge solamente silos ciudadanos están dispuestos a posponer las satisfacciones del presente, con el fin de alcanzar un crecimiento que sólo emergerá mañana. En consecuencia, el espíritu debe triunfar sobre la carne, el futuro sobre el presente, el ingreso propuesto sobre el sacrificio actual. Con el fin de alcanzar este resultado, las sociedades deben proporcionar una estructura segura de costumbres y derechos.

Una tradición de equidad es una condición necesaria tanto para las expectativas sociales estables como para una adquisición espiritual. Sólo entonces pueden prosperar las expectativas estables. El crecimiento económico es un fruto del espíritu humano. No hay atajos para alcanzarlos; quienes los toman pagan un alto precio a largo plazo.

Sin embargo, el problema que debemos enfrentar no es ideológico. Por cierto que es una cuestión de sistema y, por lo tanto, requiere de una teoría, pero el problema en si es de índole pragmática. El problema práctico consiste en ayudar ahora a que los pobres de América Latina dejen de ser pobres. Esto podría alcanzarse para el año 2000 o no mucho después. si pudiéramos garantizar cambios sociales correctos. Que puede alcanzarse tal éxito en tan corto tiempo lo indica el ejemplo de las poblaciones del sudeste asiático, que lo consiguieron entre 1905 y hoy. A partir de una base económica inferior y en posesión de menores recursos naturales, sin embargo triunfaron.

¿QUE DEBE HACERSE?

Entre las cosas más importantes, debe hacerse lo siguiente:

1. Incrementar al máximum la propiedad privada.

2. Cambiar las estructuras jurídicas, de tal manera que la formación de pequeñas empresas resulte barata.

3. Cambiar las leyes y reestructurar las instituciones bancarias de manera que el crédito sea universalmente asequible.

4. Cambiar las leyes, a fin de proteger patentes y derechos de autor para estimular la creatividad e inventiva dispensada por el Creador.

5. Alentar el desarrollo de sistemas escolares privado, en particular a nivel secundario y universitario.

6. Concentrar cuantiosas inversiones en la educación universal. Y vincular ésta a una mayor productividad económica en cada sector de la sociedad. El capital humano que la educación desarrolla es la causa principal de la riqueza de las naciones.

Todas estas recomendaciones arrancan de un núcleo central:la causa de la riqueza de las naciones reside en los mismos ciudadanos, en sus capacidades naturales de creatividad, de tendencia hacia el mejoramiento de su condición, y en las percepciones, hábitos y calificaciones que adquieren a medida que se preparan para el activismo económico. La libertad y la responsabilidad de los ciudadanos individuales constituyen el más precioso bien de una nación, lo cual hay que alimentar, ampliar y sostener.