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Año: 35, Abril 1993 No. 771
N. D. Este artículo apareció originariamente en el diario «La Prensa» de Buenos Aires, el día 11-5-92. Tomando de Ideas Sobre La Libertad, No. 59, del Centro de Estudios Sobre La Libertad, de Argentina.
EL MILAGRO DE SINGAPUR
Dos Notas, Por Carlos Luzzetti y J. F. Bendfeldt
DE LA MISERIA AL BIENESTAR
Por Carlos Luzzetti
La ciudad-Estado de Singapur muestra concluyentemente, ante la opinión mundial, lo que cualquier nación puede realizar en el campo económico social para promover su crecimiento en todos los órdenes, cuando se adoptan las medidas correctas y se mantienen a través de los años.
Singapur tiene una extensión aproximada de más de 240 millas cuadradas. Su población asciende a unos 2.700,000 habitantes, de los cuales el 75 por ciento es de origen chino, el 14 por ciento malayos y el 7 por ciento de procedencia indostánica.
Un 1960, a poco de independizarse de Gran Bretaña, Singapur era todavía una pequeña nación muy pobre, casi sin recursos. Ahora treinta años después, es una urbe floreciente, sin pobreza ni «villas miserias», sin mendicidad en sus calles, con una desocupación prácticamente inexistente y una población bien alojada y bien instruida.En un mundo donde abunda la polución atmosférica, se distingue por la pureza de su aire y la limpieza inmaculada de sus calles y lugares públicos.
Hace treinta años los habitantes de Singapur percibían anualmente «per capita», unos 500 dólares; ahora registran algo más de 12.000, por obra y gracia de un sostenido crecimiento anual de alrededor del 7 por ciento. En 1990 la ciudad-Estado de que hablamos recibió del extranjero mil millones de dólares en nuevas inversiones y cuenta con reservas monetarias de unos 7.000 millones de dólares. Más del 90 por ciento de su población son propietarios de casas o departamentos de 3, y hasta 4 habitaciones.
¿Cómo ha realizado ese verdadero milagro de dejara atrás la pobreza y pasar a ser un país muy pudiente, que figura entre las sociedades más prósperas del mundo de hoy?Singapur, en la década del 60 de este siglo, en vez de imitar a casi todos los países subdesarrollados, los que ponían toda clase de obstáculos al ingreso de los capitales privados extranjeros dentro de sus territorios, abrió de par en par sus puertas a las radicaciones en su suelo de las inversiones privadas foráneas.
Así se fue poblando de industrias nuevas que trabajan exitosamente con los mercados del extranjero. Para atraer el capital privado del exterior se ofreció algo más que las habituales reducciones o ventajas impositivas, puesto que se proveyó a la ciudad de un excelente sistema de transportes y comunicaciones y una buena educación técnica entre sus habitantes.
El resultado de todo ello es que ahora Singapur es el segundo puerto mundial, es el centro bancario y financiero más importante del sudeste asiático, el tercer refinador de petróleo en el mundo y un gran hacedor de partes para equipos de computación. Un centro astilIero de primera importancia, un productor importante de componentes eléctricos y de comunicaciones y un notable eIaborador de productos farmacéuticos y de equipos médicos.
Singapur también ha resuelto su problema habitacional, porque cerca del 90 por ciento de su población es propietaria de casas o departamentos.
Esto se ha conseguido a través de la creación de un fondo de pensiones que se alimenta con el 34 por ciento de los ingresos de los asalariados y paga intereses a cada uno de sus aportantes, contando así con una importantísima masa de ahorro, la que canaliza hacia la comunidad por dos diferentes vías. La primera de ellas se concreta a través de los pagos a los beneficiarios de las jubilaciones. La segunda, es la de efectuar préstamos para adquirir viviendas a los potenciales jubilados, construidas por la actividad privada. Los departamentos que pueblan las calles de Singapur, de dos, tres y cuatro habitaciones, y que albergan como ya se ha dicho, a un 90 por ciento de lo población, son el resultado de una política habitacional constantemente ejecutada. Los asalariados se han convertido así en propietarios libres, los que después de cinco años de haber adquirido su propiedad, la que pagan en cuotas con el préstamo que les hace un Central Provident Fund. pueden venderla libremente en el mercado inmobiliario. La calidad del medio habitacional en Singapur es superior a la del Japón y, tal vez a la de Estados Unidos.
Las razones del extraordinario crecimiento de Singapur hay que buscarlas en la forma como ha venido funcionando su economía a lo largo de los últimos treinta años.
Allí se instala y funciona una organización económica social basada sustancialmente en la acción de una economía de libre mercado de bienes y servicios. Se ha respetado, entonces, el derecho de propiedad, la libre iniciativa y la libertad del trabajo. Se ha alentado desde un primer momento la acumulación del capital nativo y el ingreso, dentro deI país, del capital extranjero. Ha imperado, además, la más completa Iibertad cambiara, asegurándose así la mayor economicidad de las inversiones. Se ha reducido el número de empresas estatales y se implementaron rigurosas disciplinas, tendientes a eliminar los gastos público. innecesario, y se han controlado eficazmente las tendencias inflacionarias.Afortunadamente, Singapur ha contado a lo largo de su exitosa experiencia con una situación política estable, en la que también se ha eliminado la corrupción en su administración pública.
LA AGENDA DEL MILAGRO
Por Juan F. Bendfeldt
¿Cuáles son las piezas clave del milagro económico?
La primera es que se defina el crecimiento económico como la prioridad del consenso social. Como la libertad para producir, crear, inventar o innovar es una condición necesaria para el crecimiento, debe empezarse por desmantelar los obstáculos que están en su camino.
Desde que se descubrió que el problema fundamental que debe ocupar el tiempo de quienes formulan la política económica es cómo hacer crecer el tamaño del pastel, y no simplemente enfrascarse en discusiones bizantinas de cómo repartir un pastel cada vez más pequeño ante una población cada vez más grande, el crecimiento económico se ha convertido en un objetivo primordial.
¿Qué es lo que hace a una economía crecer?
Definitivamente, no es la demagogia que habla y predica a favor del desarrollo y del fomento económico, que es como hacer crecer el pastel a base de pura levadura. Al final, el pastel parecerá más grande, pero en realidad su tamaño no es sustancia, sino puritito aire. Es como inflar la masa monetaria con nueva moneda; al principio parecerá que efectivamente hay más demanda, hasta que finalmente se da cuenta la gente de que lo que ha pasado es que el valor del dinero se ha reducido.
Los impuestos juegan un papel Importante en el crecimiento. El pago de impuestos es necesario para el mantenimiento de ese aparato social llamado gobierno, sin cuyos servicios legítimos no habría jamás ocurrido la civilización y que muy difícilmente pueden ser prestados de otra forma más eficazmente. Benjamín Franklin tenía razón cuando aseguró que «en este mundo solamente hay dos cosas ineludibles: la muerte y pagar impuestos».
El economista de la Revolución Industrial, David Ricardo, formuló una gran verdad que se relaciona con el crecimiento y la política fiscal: «No existe impuesto alguno que no tienda a disminuir la facultad de acumulación». La acumulación, en este caso, es sinónimo de formación de capital.
«La política de los gobiernos debe consistir», dijo Ricardo, «en no imponer jamás impuestos que recaigan inevitablemente en el capital, pues al preceder de este modo se entorpece el flujo de fondos para la conservación de las fuentes de trabajo, y por ende. se reduce la producción futura del país».
La política fiscal del crecimiento tiene tres sencillos, pilares: a) un sistema neutral de impuestos bajos, b) estímulos a la formación de capital y a su inversión, y c) un gobierno efectivo en sus funciones esenciales.
El más importante de todos es la creación de un sistema tributario neutral en su aplicación que no distorsione las prioridades que la sociedad expresa a través de los precios y que no grave el crecimiento futuro. Como el crecimiento solamente se puede dar con mayor inversión para permitir el aumento de la productividad del trabajo, el sistema tributario no debe estimular el consumo de la riqueza escasa, sino su producción Debe fomentar la inversión real, el crecimiento del ahorro, las inversiones extranjeras, y la creación de nuevos y mejores puestos de trabajo.
Estas tres condiciones, sin embargo, no son lo que hace crecer la economía. Tan sólo permiten que el agente del progreso, el empresario, pueda desarrollar sus habilidades al máximo nivel de beneficio social. En una economía competitiva y abierta, el empresario es «explotado» por toda la sociedad para que ponga a su disposición sus talentos. Solamente el empresario que sirve a sus consumidores con eficacia y a precios cada vez más bajos, puede sobrevivir en el mercado libre, lo que eleva los salarios reales.