Año XLIV Agosto de
2004 Una Comuinidad Libre y Virtuosa No.
919
Nota del Editor:
El padre Robert Sirico es un
sacerdote católico, rector de St. Philip Nery House en Kalamazoo, Michigan,
presidente del Acton Institute for the Study of Religión and Liberty, que él
mismo fundó en 1990, es además, autor de varios artículos académicos y
populares sobre la fe y la política, traducidos a cinco idiomas.
Una Comunidad Libre y Virtuosa
Él colabora en publicaciones como
el Wall Street Journal, el New York Times, Forbes, además de hacer ponencias
para el Congreso de los Estados Unidos y ser invitado en Jim Lehrer Newshour
(La Hora de las Noticias) y en la National Public Radio (Radio Nacional
Pública). Figura entre los más destacados de defensores de la libertad económica
dentro del contexto de lino sociedad ordenada por la atención de los asuntos
morales y éticos. El Padre Sirico, también ha sido entrevistado en Roma por
Flavio Felice, filósofo político, actualmente disertante en la Universidad
Laterana de Roma, Italia.
Professor Felice: Su mayor ambición intelectual es la
reconciliación entre la religión y la libertad.
Padre Sirico: Anteriormente, cuando comencé a
ponerle atención a la síntesis entre la religión y la libertad, de hecho, se me
dijo que eran compatibles. En un sentido, esto es comprensible pues el
principio moral de la religión es el principio de la autoridad, mientras que la
libertad usualmente refiere a libertad de la autoridad.
La aparente contradicción puede
comenzar a resolverse mediante la meditación sobre la distinción entre la
autoridad y el poder que el sociólogo Robert Nisbet postula. Nisbet dice que
ambos, son formas de restricción, pero que el poder es una forma externa y la
autoridad interna. Con lo primero, estamos coercionados; con lo segundo,
asentimos. Mientras que el poder hace caso omiso del consentimiento interno, la
autoridad se legitima a sí misma persuadiéndonos de qué necesitamos saber, aún
si no es lo que primero deseamos.
Aún sin religión, todos conocemos
la experiencia de la autoridad, ya sea que provenga de la costumbre, etiqueta o
distribución jerárquica dentro del ámbito de trabajo o la escuela. Más
comúnmente, experimentamos la autoridad dentro del hogar, en el trato con el
cónyuge o los padres. Nuestros padres no nos permitieron elegir en qué lenguaje
hablar, cuándo o cómo bañarnos, puesto que no éramos competentes para tales
decisiones. El grado de latitud que se nos permito en nuestras elecciones
depende de nuestra habilidad de elegir responsablemente.
La autoridad no circula en una sola
dirección. En el hogar, por ejemplo, la mayoría de los padres podrían pensar en
cien cosas que harían, en lugar de llevar a su hijo a la fiesta de cumpleaños
de un amigo, sin embargo es algo que hacemos porque es necesario. De esta manera,
¿operamos, todos nosotros, bajo la vasta estructura de la autoridad, aun en las
sociedades más libres, o hasta podríamos decir que la autoridad social es
inclusive más esencial en éstas? Verdaderamente creemos que libertad significa
hacer todo lo que queramos, no obstante, no hemos entendido el término en la
manera en que se lo lleva a cabo en una sociedad o cultura que funcione bien.
Professor Felice: ¿Cree Ud. estar ofreciendo una
definición ratificada de la libertad?
Padre Sirico: No, no lo creo. Estoy intentando
explicar el concepto de una manera consistente con la realidad de nuestras
vidas cotidianas. La libertad sin finalidad es un conjunto vacuo de opciones
abiertas, y si uno recorre la propia vida con nada más que opciones abiertas,
termina con nada. El real ejercicio de la misma incluye la responsabilidad de
hacer lo que está bien y es adecuado, de abrazar lo verdadero, y, así, excluir
otras opciones; en este sentido, elegimos limitar nuestras libertades cuando
aceptamos responsabilidades.
La falsa noción de libertad, la que
resiste toda forma de restricción, es la fuente de mucha miseria en el mundo. A
largo plazo, deja a la gente muy descontenta. Muy a menudo, las personas se dan
cuenta de esto demasiado tarde y se encuentran con que han desperdiciado sus
vidas proclamando su libertad, pero sin haber construido estructuras de
autoridad y compromiso a su alrededor que reditúen un fruto genuino. Terminan
pasando su tiempo desgastándose por lo que podría haber sido, y están muy
descontentos con lo que es. La libertad debe, siempre y en todo lugar, ser
ordenada por la verdad.
Professor Felice: Si el punto de la libertad es permitir
la elección de lo que es bueno y verdadero, ¿por qué no evitar los riesgos de
permitirla?
Padre Sirico: Su pregunta origina una cuestión
interesante, que merece ser pensada cuidadosamente. Primero, la libertad toma
muchas formas diferentes en la sociedad. Gente diferente produce variedades de
cultura. No hay un sólo modelo de aquella. Por ejemplo, hay distintas costumbres
comerciales que difieren según el país. Una jamás regatearía con un comerciante
alemán, pero si no lo hiciera con uno de un país árabe, él o ella podría
insistir por una explicación. La multiplicidad de las tradiciones y las buenas
costumbres produce diferentes patrones sociales y la libertad se vuelve un
ingrediente esencial para permitir que estas distintas culturales florezcan.
Ésta es una de las razones por las que es necesario permitir la elección de lo
que es bueno y verdadero.
Ahora, digamos que tenemos una verdad
que es genuinamente intercultural: por ejemplo, no codiciarás. Sí sería
deseable vivir en una sociedad en la cual este hábito de la mentalidad
estuviera desterrado para siempre. Pero, tal como sostiene la tradición liberal
clásica (y yo lo acepto), no es suficiente saber y hacer lo que es correcto y
verdadero, porque la libertad, y el reconocimiento del mérito intrínseco de la
libertad humana, es parte de la verdad. Aquí es donde debo disentir con muchos
del lado religioso del debate, quienes están, también, tentados de evitar los
riesgos relativos a la libertad.
El problema con los sistemas
totalitarios de organización social no es solamente que intentan imponer el
error y la falsedad. Tales sistemas son tan incorrectos y déspotas cuando están
imponiendo la verdad a través de un aparato de compulsión como cuando hacen
caso omiso de la conciencia. El postulado mortal fundamental de la libertad
descansa en la idea de que, parte de hacer lo correcto incluye la oportunidad
de hacer lo que es incorrecto, siempre y cuando no se dañe a otros en el
proceso; también incluye la obligación moral, pero no siempre legal, de
entrenar nuestras conciencias para valorar lo que se conoce como verdadero.
A pesar de que la libertad es parte de
la verdad, no es idéntica al comportamiento moral. Es más preciso decir que la
libertad tiene un potencial moral. No todos los actos económicos elegidos
libremente son actos morales, aun cuando no fueran considerados un crimen en el
sentido legal. Uno piensa en la elección de inversiones que los capitalistas
hacen, las cuales pueden o no ser siempre consistentes con la vitud, pero usar
el aparato coercitivo del Estado para redireccionar tales inversiones, origina
sus propios problemas morales y crea desarticulaciones que pueden ser
inconsistentes con el bien común.
Lo mismo aplica a las decisiones de
compra de los consumidores. Bastante a menudo, hoy en día, los padres eligen
comprar una casa más grande o un auto más elegante en relación con la decisión
de tener más hijos; tal elección podría ser inconsistente con la obligación
moral, pero no hacemos, ni deberíamos hacer que tal comportamiento sea ilegal.
Simplemente, no hay atajos para crear una sociedad de gente libre y virtuosa:
debemos permitir la libertad en la elección de comprar e invertir, y trabajar
en el ámbito espiritual y cultural para inspirar a la gente hacia un
reordenamiento de la conciencia teniendo en cuenta fines éticos.
Professor Felice: Pareciera que está criticando una visión
de la libertad individual, la cual es ampliamente sostenida hoy en día, en
tiempos en los que la libertad económica está bajo fuego por todos lados.
Padre Sirico: De Tocqueville dijo algo a esos
efectos. Observó que, en la Europa de comienzos del siglo XIX, la idea de los
derechos inherentes, en ciertos individuos fue desapareciendo rápidamente
incluso a medida que la noción de omnipotencia y autoridad única del Estado fue
llenando su espacio. En este período de transición, el cual ya no se limitó a
Europa sino que afectó a todas las sociedades, instituciones intermedias como
las iglesias y la autoridad familiar se fueron erosionando. Todo lo que nos
queda son las afirmaciones de los individuos de que se les permite hacer lo que
quieren hacer, aun cuando el poder del Estado sobre cada aspecto de nuestras
vidas avanza diariamente.
Yo, de ninguna manera, creo que nuestra
situación
es desesperanzada, sino creo que, la
transición hacia la libertad
genuina estará marcada por dos
tendencias: primero, los
individuos tendrán que tomar mayor
responsabilidad por sus
vidas y volverse más apegados a
instituciones tales como la
familia o la comunidad religiosa.
Segundo, el estado deberá
retroceder en su presuntuoso rol
de dominación de la economía
y la cultura y restringirse a su
naturaleza de aparato para el
cumplimiento de la ley y de
demandante de justicia. La
relación entre las dos tendencias
es una de refuerzo mutuo.
Una sociedad debe tener un sentido
de dirección. La pregunta
es, si este sentido de dirección
se debe a la formación moral,
auto gobernabilidad, disciplina
espiritual interna, y la
comprensión intelectual adecuada
de la persona humana, o si
va a ser impuesto desde afuera
mediante restricciones
políticas. Debemos elegir si el
Estado o la sociedad van a ser la fuente de esas reglas. Ésta es una elección
fundamental entre libertad y despotismo.
Professor Felice: Como sacerdote, Ud. seguramente
encontrará gente que entiende su
reclamo por mayores grados
de libertad individual,
particularmente en la esfera económica,
de aspecto peligroso.
Padre Sirico: Sí, y creo que lo comprendo. Hay
gente
que siempre asocia libertad con
caos social, degradación moral o libertinaje. Supongo que un ángel le debe
haber dicho a Dios, al alba de la Creación, "¡no le des a esta gente el
libre albedrío, pues fíjate lo que podrían hacer!. Podrían desordenar la ley natural y demostrar
ser inservibles para vivir una vida que refleja tu gloria!". Sin embargo, Dios nos permitió la libertad,
la misma que llevó a su negación final.
Es
muy revelador que la libertad esté en el centro de nuestra
redención.
Su propio Hijo eligió entregarse para que fuéramos
salvados.
Vemos esto en la forma más intensa en el Jardín de
Gethsemani,
donde nuestro Señor corrige el error cometido en
el
Jardín del Edén. Él dice: "No es mi voluntad, pero la tuya
será
hecha". Es una sumisión voluntaria a la voluntad del Pa
dre.
San Pablo dice que la muerte de Jesús en la cruz fue
libremente
elegida por Él.
La
naturaleza voluntaria del acto y ofrecimiento de redención
muestra
la raíz de cómo es que podemos ser llamados elegidos
de Dios. No estamos aniquilados en
el acto por nuestros antes pecados. No somos rechazados sin control. La misma
libertad que empleamos para cometer pecados se nos da, también, para
elegir el camino de la penitencia. A la raza humana se le ofreció la redención,
pero es a través de nuestro o propio acto de sumisión hacia Él, ejercido
mediante la voluntad, que esto se efectúa.
Entonces, sí, en cierto sentido, la
libertad implica y garantiza una clase de desorden práctico en nuestras vidas
morales. Pero se trata de una libertad que se construye en la misma estructura
de realidad que Dios mismo creó y ordenó. No creo que los pensadores
religiosos, mucho menos el Estado, deban presumir con atropellar el libre albedrío
que el mismo Dios no quitó a pesar de ser el único en posición de hacerlo,
Ahora, esto no significa que no
deberiamos elaborar juicios; Dios lo hace y se enoja cuando hacemos mal uso de
nuestra libertad. Sin embargo, en una sociedad libre, estos juicios en contra
del significado moral del comportamiento de la gente no necesitan tomar siempre
la forma de coerción y compulsión.
Professor Felice: ¿Qué le diría a aquellos que abrazan el
mensaje de la libertad pero son temerosos de la agenda moral y religiosa que
Ud. está describiendo?
Padre Sirico: Hay una parte del corazón humano
que comprende la necesidad de una estructura moral y espiritual en nuestras
vidas, y la necesidad de tocar algo trascendente. Este deseo es implantado en
nuestros corazones por Dios. La cristiandad concretiza esto en la forma más
vivida posible ya que adoramos a un Dios que se hizo hombre para morir por
nuestros pecados y hacer posible nuestra salvación.
La gente que gusta de la libertad pero
rechaza la fe necesita que se les recuerde el mismísimo concepto de lo que la
libertad significa, emergido del marco de la tradición judía y cristiana. En
las Sagradas Escrituras podemos ver el despliegue de la historia de la
libertad: primero, en el Jardín del Edén, procediendo a través de los
mandamientos que tratan abiertamente con las cuestiones de lo mío y tuyo, igual
que la santidad del matrimonio y la importancia de decir la verdad. Todo esto,
nos lleva inexorablemente a esa idea de libertad tan fundamental para el orden
social.
Es cierto que la idea de libertad
encuentra ecos en otras culturas, ya que la verdad es universal. Aun así, las
tradiciones Judía y la Cristiana, proporcionan un entendimiento
sorprendentemente coherente de las bases propias de la libertad tal como las entendemos
con fuerte énfasis en la dignidad inherente al ser humano y la legitimidad
moral de la propiedad privada, del basamento ético del avance social y
económico, de los límites del Estado. Todo lo anterior es intrínseco a las
implicaciones sociales de la fe.
En la Cristiandad, la dignidad inherente
al individuo, en particular, es precedente al Estado o a la tribu. Es por eso,
en la historia de la fe hemos encontrado inescrupuloso, que, por ejemplo, un
hombre mate a su hijo. Ahora, en algunas culturas, matar es aceptable si el
niño muestra un cierto nivel de desobediencia o falta de respeto.
No es así en la Cristiandad. Con la
importancia que la familia tiene, el individuo es aún prioritario y sus
derechos no pueden ser violados, ni siquiera por sus padres. La elección de un
esposo, de acuerdo a la ley y tradición cristiana, es una cuestión que no puede
ser forzada por los padres. La misma dignidad se muestra hacia los ancianos
quienes no son asesinados en una sociedad Cristiana, sino más bien, reverenciados.
Professor Felice: Y todo esto tiene implicancias con la
clase de sistema económico y político que se desarrolló en la Cristiandad.
Padre Sirico: A través del tiempo, de hecho
guió hacia un orden económico que le garantiza a los individuos el derecho de
poseer, crear, contratar y prosperar. Pero, estos derechos estuvieron, también,
atados a un sentido profundo de obligación moral y social.
En el siglo II, encontramos en Antioch
la primera gente en autodenominarse "Cristianos”, gente evangelizada por
los mismos apóstoles. La documentación de ese período revela que una plaga se
desató y casi todos fueron escapando hacia la periferia de la ciudad. La gente
afectada por la enfermedad quedó atrás. Un soldado Romano mandó un rescripto a
Roma a donde destacaba un hecho curioso: “Hay personas en Antioch que no están
enfermas pero que se ha quedado para cuidar a los moribundos, corriendo un gran
riesgo. Esta gente [él remarcaba] son los seguidores de Jesús”.
Era contrario a la cultura de ese
entonces hacer semejantes cosas. La antigüedad nunca había producido algo
similar a aquel nivel de respeto por la dignidad humana. En la Edad Media,
dicha preocupación moral se institucionalizó dentro de la estructura de las
casas religiosas. La gente se acostumbró a llevar a los enfermos a que los
cuidaran en los monasterios y conventos. Se les daba el primitivo cuidado
médico que hubiera y se los guiaba a una muerte sagrada. Éstos eran los
primeros hospicios y la base de los hospitales tales como los conocemos hoy.
No es accidental que tengamos estas
instituciones, que generalmente creamos
que los individuos poseen derechos que no pueden ser transgredidos, que creamos
que la gente tiene una dignidad inherente. La fuente de todo eso es la fe.
Preguntarse si tales instituciones y presunciones culturales podrían haberse
invocado más allá de la Cristiandad, es un ejercicio inválido; es un hecho que
la Cristiandad los trajo, y la conexión causal es suficientemente clara como
para ser observada por cualquier estudioso honesto.
Professor Felice: Mucha gente va a la Cristiandad
como una fuerza política y como una amenaza potencial a la libertad.
Padre Sirico: Es notorio. La totalidad de la
era cristiana ha involucrado el despliegue sistemático de la idea de que la
Iglesia y el Estado tienen funciones separadas y distintas dentro de la
sociedad. Desde los comentarios de Nuestro Señor referidos a lo que le
pertenece al César y lo que le pertenece a Dios, a San Agustín, a la visión de
Juan Calvino sobre la Cristiandad trabajando hacia una posición que sólo
defiende, sino que custodia los derechos de la gente en contra del Estado.
Siendo así, yo debería pensar que un mayor compromiso de los Cristianos en la
política resultaría en un incremento de la libertad personal más que en un descenso.
¿Cuáles son las ideas religiosas detrás
de la Revolución Francesa, de la Revolución Bolchevique y el Socialismo
Nacional de los tres episodios históricos que fueron la fuente de los más
fatales eventos políticos por la libertad?.
Los supuestos religiosos detrás de cada uno, fueron los seculares, ateos
y paganos. ¿Por qué la gente no le teme a estos movimientos como una posible
amenaza a su libertad hoy en día? Tal
vez, no son una amenaza, sin embargo la experiencia sugiere una tendencia a
creer que sí.
Si miramos a lo que se da
despectivamente en llamar “la derecha religiosa” en los Estados Unidos, ¿qué es
lo que ellos quieren?. Quieren que el gobierno esté fuera de la educación,
fuera de las artes, de las iglesias y del intento de manejar la vida familiar.
Contra lo que están peleando, en mayor parte, es contra la usurpación del
gobierno en áreas, que en mi opinión, creen con justo derecho, deberían ser
atendidas por la sociedad civil, incluyendo a la familia y a la iglesia. En
otras palabras ellos están, con unas pocas excepciones, peleando contra la
usurpación de la libertad.
Professor Felice: ¿Cuál es el origen de la idea de
que el Estado no tiene derecho sobre el alma?
Padre Sirico: Cuando Jesús aclaró que había
aspectos de la vida que le pertenecían a Dios y no al César, estaba rememorando
una anterior sensibilidad judía. El antiguo Israel tenía cortes que no eran
estatales, sistemas legales que no estaban administrados por reyes, sino en
cambio por profetas.
Algunos de los escritos anti-estatistas
más importantes vienen de las escrituras judías. Recordemos el pasaje donde la
gente demanda que David sea el rey y él les recuerda lo que el rey hace: impone
tributos, inicia guerras, invade y destruye familias.
También encontramos en la historia judía
el tema constante de la esclavitud y la sumisión opuesto a la redención y la
liberación, y la distinción es muy clara. Estos temas resonaron muy fuertemente
en el movimiento antiesclavista de la historia estadounidense. De hecho, el
tema de abandonar el cautiverio y encontrar la tierra prometida de la
prosperidad, la libertad proveyó la metáfora para todos aquellos luchando por
su liberación aún hoy.
El poder inspirador de esta historia no
debe ser desestimado. Ciertamente, los primeros Cristianos que lidiaron con el
gobierno tiránico de Roma, no lo desestimaron. Lo que la Cristiandad hace es
elevar este tema a un nivel cósmico en cuanto a la necesidad de liberación de
la esclavitud del pecado y su estructura institucionalizada.
Professor Felice: Ud. no niega que hay una tendencia
contraria viva en la historia Cristiana, la cual justa o injustamente llamada
Constantinismo.
Padre Sirico: Uno no la puede encontrar en la
derecha política en la forma de restauracionistas monárquicos. Ha habido gente
que me dijo que los Estados Unidos son irremediablemente corruptos puesto que
no fueron fundados como una monarquía. Esta visión me desconcierta, la cual es
en la misma medida tonta y poco influyente. Además, uno tiene otra variación
que a menudo trata a la Constitución de los Estados Unidos como parte del
extraordinario magisterio y esperanzas por una teocracia como la única salida a
la crisis cultural.
Un problema aún mayor deriva del
neo-constantinismo de izquierda el cual pretende establecer un reino de Dios
secularizado, elaborado a partir de una versión cristianizada del socialismo y
el ambientalismo. Estos grupos, que acumulan herejía sobre herejía, comenzaron
a ganar influencia a comienzos del siglo XX con el movimiento evangélico social
y aún están muy activos en organizaciones como el Consejo Nacional de Iglesias.
Además, contrariamente a la derecha religiosa, la izquierda es tratada con
cierta compasión por los medios y el mundo académico.
Ninguno de estos grupos ha llegado a un
acuerdo con la admonición de Cristo de que el reino de Dios no está en este
mundo. Cualquier intento de corto circuito en el proceso de evangelización
mediante el uso del Estado para imponer la propia visión de la virtud (la cual
usualmente no es virtud sino más bien, bautismo colectivo) involucra una
distorsión del mensaje evangélico, que es principalmente espiritual y no
político.
Esto no es decir que no hay una
dimensión política en la Cristiandad, pero su significación primordial está en
insistir en que el Estado, esté restringido y refrene su apetito de dinero y de
poder. El mensaje Cristiano busca la liberación del poder arbitrario y el
florecimiento de la santidad personal en el contexto de la libertad cultural,
política y económica.
Professor Felice: ¿Puede Ud, elaborar más de una tendencia
política dentro de la tradición Cristiana a la que Ud. refiere
como heterodoxa?
Padre Sirico: Mirando hacia atrás en la
historia de la Nación Estado consolidada, encontramos que esta versión moderna
emergió primero bajo las monarquías europeas de los siglos XV y XVI, cuando los
Estados comenzaron a crear estructuras burocráticas que trascendieron al
gobernante del momento. Estas nuevas estructuras, un desarrollo histórico que
vino con la transición del feudalismo, comenzaron a desarrollar una vida propia
aparte de la monarquía y estuvieron involucradas con el
"establishment" eclesiástico también.
La Iglesia y el Estado se mantuvieron
formalmente separadas, pero atados a través de un arreglo quid pro quo: el
Estado le concedió favores a la iglesia y, a cambio, la Iglesia le concedió al
Estado, inclusive a sus guerras, legitimidad moral. El problema no estaba tanto
en la teoría Cristiana que continuaba siendo sólida, sino más bien en su puesta
en práctica.
Todavía a comienzos del siglo XX,
encontramos Católicos que quieren resucitar un poder temporal para el Papa. El
problema aquí ya no es tanto que la Iglesia vaya a corromper al Estado; el
mayor peligro es precisamente lo contrario, que la Iglesia comprometa su misión
por promocionar al Estado. Éste hará uso de cualquier excusa para expandir su
poder hasta de la religión.
Algunos de los escritos políticos de la
antigua corriente escolástica reaccionaron en contra de esta relación más y más
placentera, y, en el siglo XVI, generaron algunos trabajos maravillosos sobre
los derechos independientes de la Iglesia y la familia en contra del Estado.
Algunos de estos teóricos llegaron hasta delinear fundamentos que justificarían
moralmente una resistencia activa hacia el Estado, incluso una revolución.
Fueron las monarquías europeas las que primero trazaron una conexión entre el
"Romanismo" y la "rebelión" un reclamo que aún se escucha.
Debido a los problemas de los Estados
que se desarrollaron a fines del período medieval, nuevas dificultades se
tuvieron que enfrentar luego de La Reforma. El Talón de Aquiles de algunos de
estos movimientos fue su nacionalismo histórico de facto: desde el comienzo,
careció de un electorado internacional y se puso énfasis en los bloques
vernáculos avalados por seguidores que hablaban el idioma del líder. Esto
introdujo peligros, como los que se vieron en la Alemania de 1930, donde los
Cristianos tuvieron que detenerse para ver lo que se estaba gestando a su
alrededor. Aún hoy, la fe, lucha por superar su provincialismo y ampliar su
alcance universal a través de la evangelización.
En ambos casos el estatismo de dichas
tendencias religiosas fue heterodoxo. Calvino y Lutero fueron firmes en su
visión de que la Iglesia y el Estado son instituciones diferentes con funciones
que derivan en sus propios términos. Además, ya hemos discutido la posición
Católica de que la Ciudad de Dios y la Ciudad del Hombre son diferentes, cada
una con su derecho legítimo a la autoridad.
Adicionalmente, permítame decir que la
tradición Ortodoxa, la cual también desarrolló lazos políticos desafortunados
con la Nación-Estado, está también en el proceso de reconocer las limitaciones
de su electorado nacional y trabajar hacia la globalización, una solidaridad
internacional, coherente con la limitación del grado de dependencia
institucional e interacción con la Nación-Estado.
Professor Felice: ¿Y qué hay con la fuerza única de estas
tradiciones'?
Padre Sirico: La tradición Protestante disfruta
de una tradición de ministros que han sido hombres prácticos que conocieron y
comprendieron el mundo de la ley, los negocios y el lugar de trabajo. En este
punto se sitúa la viabilidad superficial de la tesis Weberiana que considera al
Protestantismo como la fuente de la ética capitalista. Es una visión incorrecta
pues la teoría, la práctica y la moralidad de la economía de negocios, tienen
raíces que se extienden mucho antes de la Reforma. Weber también ignora la
actividad empresarial o la redefine cuando sucede en países Católicos.
Sin embargo, es verdad que la tradición
protestante, al menos antes del siglo XX, abrazó la idea de que la comunidad
empresarial tiene distintas virtudes. Uno no puede entender la fundación
americana, sin leer sus sermones. Por el contrario, el distanciamiento y origen
aristocrático de los viejos castillos sacerdotales dentro del Catolicismo,
logró más propensión a desarrollar desdén por el trabajo y las preocupaciones
burguesas de la nación capitalista.
La mayor parte de este debate en el cual
la tradición es más abierta al comercio, resulta en lo que uno llama
"capitalismo"', un término de origen marxista. Fecharlo desde la
Revolución Industrial es arbitrario y artificial. Si consideramos que la
empresa se basa en la propiedad privada y la inversión en el capitalismo, encontraremos
elementos relacionados a través de la historia misma de la civilización.
Mucho antes de que los seguidores de
Santo Tomás de Aquino se convirtieran en los primeros en explorar la economia
con una mirada hacia la ciencia, las sociedades produjeron y comerciaron,
basadas en los principios de la economía de mercado. Necesitamos damos cuenta
de que, sin alguna clase de mercado, alguna forma de compra y venta el
barbarismo y la inanición constituirían el estado normal de las cosas.
Fue profundamente importante que la
gente comprendiera la economía. ¿Qué enseñó este Tomista?. Mucho de lo que la
Iglesia enseña hoy: las limitaciones de la asistencia social del Estado, la
necesidad de limitar los gravámenes, los méritos de una moneda estable, la
necesidad de privatizar la propiedad y el derecho a la iniciativa, una
remuneración y precio justo que se aproxime a los de mercado, la vacación
empresarial, el derecho de asociación, el imperativo moral del libre
Protestante, no siempre llevada acabo en la teoría.
Professor Felice: En algún punto, este
"liberalismo" de la última etapa medieval fue identificado con el
anticlericalismo del período clásico-liberal. ¿Cómo y por qué sucedió esto?
Padre Sirico: La Revolución Francesa tuvo mucho
que ver con esto. Aquí tuvimos un movimiento que se encendió con la protesta de
la burguesía en contra de los tributos y del gobierno opresor y, a través de
una serie de pasos erróneos, se tomó salvajemente destructiva de la propiedad,
la libertad y la misma vida, culminando, desde luego, en otro despotismo. Se
habló mucho sobre la liberté y la fraternité sin demasiada reflexión
acerca de dónde venían esas ideas: ¡no de Robespierre, sino de la Cristiandad!.
En cambio, la Iglesia estaba situada en la línea de fuego como un impedimento a
la libertad. Todavía hoy.
El Iluminismo puede ser visto análogo al
hijo que hereda una gran riqueza del negocio de su padre y la usa para producir
una teoría socialista. La riqueza no existiría sin la iniciativa empresarial
del padre en el mismo sentido que la mejor parte del Iluminismo -el énfasis en
la razón, libertad, aprendizaje, derechos humanos y avance cultural- no
existiría en ausencia de la Cristiandad. Debido a que el heredero no fue lo
suficientemente reflexivo para entender el origen de su herencia. se inclinó
hacia propósitos nocivos.
Es por ésto que creo tan importante que
profundicemos nuestro entendimiento de la distinción entre autoridad y poder.
Muchos de los más grandes pensadores de los siglos XVIII y XIX, lo
comprendieron así: Frederic Bastiat, uno de los más brillantes economistas
franceses del siglo XIX, también era un católico responsable. Se encuentra
sepultado en Saint Louis de Francais, en Roma.
Para estar seguros, los liberales
clásicos religiosos del momento, se oponían a elaborar alianzas entre la
Iglesia y el Estado, pero tampoco fusionaban la libertad en el sentido legal
con la libertad en el sentido moral. Tristemente, cuando hoy pensamos en el
Iluminismo, recordamos más la tendencia Secular.
Durante y luego del período lluminista,
pareció haber una distancia creciente entre el nuevo mundo de intelectuales
liberales y figuras poderosas de la Iglesia. Esta tendencia culmina en Pío IX,
que comenzó su papado como liberal y luego se volvió en contra al presenciar
los peligros del movimiento revolucionario Socialista en Italia.
Ahora, yo no intento menospreciar a este
gran Papa (él lidiaba con levantamientos políticos extraordinarios) sin embargo
debería ser obvio que mi simpatía personal está con los liberales católicos del
siglo XIX -no con los modernistas, sino con aquellos que estaban encontrando lo
bueno del Iluminismo e intentaban purgarlo de su anticlericalismo. Acton estaba
entre
ellos, y también el Cardenal Newman.
Acton y Newman eran conscientes de las
raíces Cristianas en el pensamiento liberal, y ayudaron a allanar el camino
hacia la comprensión de la profunda influencia cultural que la Cristiandad,
podía tener en un mundo sin el poder temporario del pasado. Ahora bien, el
liberalismo más amplio de este período estaba muy mezclado con el Modernismo y
la noción de individualismo autónomo. Esto explica por qué ambos eran
considerados con cierto grado de excepticismo. A medida que el tiempo
transcurrió, hernos aprendido que ellos vieron verdades que otros, en aquel entonces,
obviaron.
Professor Felice: Ud. está recomendando, entonces, que
leamos a Locke y Jefferson con los ojos de la fe.
Padre Sirico: A
veces la frase "ojos de la fe" implica una visión nublada,
entonces yo simplemente diría que los leamos con comprensión histórica y les
demos la perspectiva teológica perdida. Sus escritos y filosofías se arraigan
en la antropología cristiana, así lo hayan sabido ellos, o no. Podemos aprender
de ellos. Podemos atesorar su trabajo, y podemos corregir sus pensamientos cuando
sean equivocados, a la luz de una posición católica desarrollada más
íntegramente.
Sé que esto luce controvertido, pero
tanto León XIII como Juan Pablo II tomaron prestada la noción de Locke sobre la
toma de posesión de las tierras en su defensa a los derechos de propiedad, no
solamente con respecto a la tierra, también con respecto a las invenciones y
los frutos de la propia labor. Ambos, Rerum Novarum y Centesimus Annus limitan
los derechos del Estado a intervenir en la economía y en la sociedad. Hicieron
un llamado a los trabajadores a rechazar al socialismo y la idea de que la
relación trabajador-capitalista esté abrumada por el conflicto. y. en su lugar,
abrazar la verdadera libertad en una sociedad armónica. Es la mejor tradición
del pensamiento cristiano: tomar lo verdadero de cada tradición y saber que si
es verdad, será parte de una comprensión Cristiana mayor.
Los intentos de la fe de ser sintética
sin ser sincronística. Cuando hay un nuevo descubrimiento de cualquier fuente,
aun de las ciencias duras, vemos que la Iglesia provee el marco intelectual
para legitimar el método científico y también el correctivo moral. Algunas
toman décadas o siglos que ésto funcione, es por eso que debemos permitir que
el entendimiento cristiano crezca y se desarrolle, jamás repudiando el pasado y
siempre construyendo un nuevo conocimiento hacia una comprensión cada vez mayor
de la única Verdad de Dios.
Professor Felice: Ud. menciona el tema de Lord Acton. Como
paréntesis en nuestra discusión, ¿estuvo él en lo correcto al instar tan
duramente en contra de la definición de la infalibilidad papal en el I
Vaticano?
Padre Sirico: Es extremadamente importante
reconocer que antes del Concilio, no había entendimiento común de lo que iba a
ser la definición. Aún durante el Concilio Vaticano, mientras el proceso
avanzaba lentamente por meses, no había ningún borrador en circulación para que
la gente examine. Todos sabían que estaba en la agenda, pero nadie supo qué tan
amplia o estrecha sería la definición. Realmente pienso que éste fue un error
estratégico de parte de la Curia, puesto que causó una confusión inapropiada,
sospecha y asperezas.
La presunción de Acton fue la misma que
muchos liberales del momento: asumió que Pío IX pujaba por una definición de
infalibilidad que no incluyera solamente a la fe y a la moral, sino también a
la política, y que ésta sería aplicada retroactivamente para santificar todas
las acciones de papas anteriores en asuntos temporales. Había sectores que
creían que el Papa no debía solamente ser el líder de la Iglesia, sino también,
el líder del mundo. Para Acton esta idea fue intolerable.
Al final, esta versión de la doctrina no
es lo que iba a ser. Luego que la polvareda se asentó, hasta Lord Acton estaba
dispuesto a decir que la definición victoriosa podía ser entendida a la luz de
la tradición: a saber, que el Papa no puede de ninguna manera enseñar
erróneamente cuando estuviera hablando ex-cátedra en asuntos de fe y moral. Si
algo hizo ésta doctrina, fue terminar restringiendo más que desatando el poder
del cargo, y en el Segundo Concilio Vaticano, la encontramos más clarificada
mediante el desarrollo de la idea de colegialidad.
Acton fue un historiador, no un teólogo,
y entonces, durante el Concilio, se localizó en su principal inquietud. Sin
embargo, la cuestión ante el Concilio no era ni política ni histórica, sino
teológica, un punto que no captó enteramente. Acton fue completamente ortodoxo
teológicamente; hasta se podría decir que fue pasivamente sumiso a la tradición
en este aspecto. Finalmente, fue el Cardenal Newman, de los dos, el de la
comprensión teológica más sofisticada, y el que restableció la cuestión de la
infalibilidad mucho antes que Acton.
Durante el transcurso del debate, se
podría decir que Acton actuó imprudentemente y se expresó muy exuberantemente.
Ciertamente tuvo un rol en la historia y debe decirse que lo que sea que haya
hecho, tuvo las mejores intenciones y actuó de acuerdo a una conciencia bien
formada. Es también un mito, que Pío IX lo depreció o se negó a darle la
bendición a sus hijos. La nueva biografía de Acton de Roland Hill aclara que el
Papa no lo trató cruelmente, ni se negó a bendecir a sus hijos.
Professor Felice: Irónicamente, resulta que el Papa ha
sido el principal defensor de las libertades a las que Acton dedicó su vida en
defender.
Padre Sirico: La encíclica Centesimus Annus, en
particular, distingue dicha defensa. Apareció en mayo, 1991, luego de que el
Acton Institute fue fundado; trece meses después, para ser exactos. Nos
encontrábamos en una buena posición de poder ayudar a poner el documento en el
contexto de una tradición liberal más amplia.
En este documento, el Papa miró
alrededor del mundo para descubrir qué nuevas tendencias y asuntos el mundo
enfrentaba cien años después de Rerum Novarum. Una de ellas fue el colapso del
socialismo, el cual sorprendió aun hasta la gente de los círculos del Vaticano.
Tal como los círculos políticos Estadounidenses, la mayoría había asumido que
el comunismo estaba con nosotros y la Europa del este sería para siempre parte
del bloque soviético.
Juan Pablo II tuvo una comprensión única
del comunismo, experimental y filosóficamente, y estaba convencido que no
duraría, cuando hizo su primer llamado por una Europa cristiana, mucha gente
pensó que era una visión imposible y hasta mística, pero resultó ser que no
estaba soñando, sino anticipándose al futuro cercano.
Una vez que el comunismo colapsó, la
búsqueda se concentró en una explicación completa de los fracasos espirituales
y económicos y también de una guía moral positiva para el futuro. Centesimus
Annus proporcionó ambas, en lo que seguramente es una de las más grandes
encíclicas en la historia de la Iglesia y ciertamente, la mejor de todas las
encíclicas sociales. El Papa apuntó al problema del socialismo como uno
antropológico: negaba la libertad, fracasaba en atender a la iniciativa
personal y rechazaba la dignidad inherente al ser humano. En ella está la
elaboración más clara y vasta de los méritos del comercio y el espíritu
empresarial.
Allí, encontramos también la discusión
más extensa sobre la idea de subsidiaridad ofrecida en la historia oficial de
enseñanza de la Iglesia. Además, hay principio político viable de que los
asuntos políticos y sociales deberían ser dirigidos por aquellos más cercanos
al problema, con órdenes superiores interviniendo solamente cuando los
inferiores fracasen. Por lo tanto, cambia la carga de la prueba hacia las
órdenes superiores, al mismo tiempo que les advierte sobre los peligros de
atrincherarse o institucionalizarse permanentemente en tales intervenciones.
El Papa también discute dos formas de
capitalismo: una arraigada en la ética cristiana que ordena las cosas en la
totalidad de quién es el ser humano y proscribe elecciones económicas y
culturales con un marco jurídico. La otra, está disociada de todo esto y da
rienda suelta al consumismo. No le agrada el término capitalismo y prefiere el
nombre economía libre por economía de negocio. Este sistema, dice, está
recomendado a las naciones que han sobrevivido al comunismo.
Había tres veces sobre un sistema
monetario estable y discute el imperativo moral de llevar a las naciones
pobres, al círculo de la división entre labor e intercambio a través del libre
comercio. Cuando uno lee todo esto, no puede evitar pensar que Juan Pablo II
tuvo, no solamente entendimiento de la economía, sino también de la literatura
particular asociada con las teorías más desarrolladas de la Escuela Austríaca
de economía.
Professor Felice: Permítame preguntarle sobre el
consumismo y el materialismo en particular. ¿Son aquellos fenómenos intrínsecos
al capitalismo?
Padre Sirico: El materialismo es un error en
cualquier sistema en que aparezca. También puede manifestarse en el socialismo.
El problema del consumismo puede ser visto de varias formas. Puede ser visto en
la persona que encuentra su identidad en el deseo de comprar cosas. Esta gente
compra para liberar ansiedad. Esta es la manera en que intentan controlar sus
vidas.
No obstante, es un problema espiritual
que no puede dirigirse a través del cambio político sino a través del consejo
religioso y la conversión -un sistema que aliente el endeudamiento financiero
en el cual el dinero no es estable sino inflado- que pueda rescatar a la gente de las
consecuencias naturales del materialismo.
En todo mi trabajo con empresarios
acaudalados, debo decir que el problema del materialismo no es el primero. Su
riqueza es la consecuencia de su deseo de trabajar para llevar a cabo un sueño
y perseguirlo implacablemente mediante el servicio al prójimo. Así pues,
típicamente, su problema no es el deseo de acumular, sino el fracaso en
balancear la vida laboral con la familiar, o como muchos otros, olvidarse de
cuidar su alma apropiadamente. En otras palabras, los problemas espirituales de
los ricos no son tan diferentes de aquellos, de los trabajadores.
Debemos recordar que aquellos que
llamamos "pobres" hoy en día, tienen acceso a mucha más riqueza
material que los ricos descriptos en las Escrituras, quienes a menudo tenían
conexiones políticas. Cuando las Escrituras señalan advertencias a los ricos,
la intención no es tanto singularizar un grupo de un cierto ingreso como
criticar la disposición materialista. Sí, la riqueza ofrece tentaciones, pero
nos equivocamos si pensamos que el resto de nosotros de alguna manera estamos
excentos de la tentación tan sólo por tener menos. La verdad es que todos somos
increíblemente ricos en relación a cualquier estándar histórico y que todos
luchamos hacia la santidad personal.
San Francisco de Sales escribe sobre la
necesidad de que los ricos sean prudentes en sus asuntos financieros como una
cuestión de disciplina espiritual. No todos necesitan prescindir
de los bienes materiales para lograr la
salvación; algunos podrían y otros no. Todos debemos desarrollar el camino
hacia la salvación que sea consistente con nuestras propias virtudes y defectos
y, finalmente, la mayoría de nosotros tiene que depender de la misericordia de
Dios por su salvación. Ser pobre no es un pasaporte automático a la vida eterna
en el cielo.
Professor Felice: ¿Qué, dentro de la experiencia y
conocimiento del Papa, podría haber hecho esta encíclica posible?
Padre Sirico: El Papa proviene de una tradición
filosófica muy unida a la Escuela Austríaca. El filósofo austríaco del siglo
XIX, Franz Bentrano, es el padrino de dos grandes tradiciones: una, filosófica
y la otra, económica, Bentrano, fue un sacerdote que abandonó el sacerdocio,
pero que se impregnó de la tradición Tomista-Aristotélica, como la mayoría de
los filósofos vieneses del momento.
Carl Menger, el fundador de la Escuela
Austríaca de economía, es colega de Bentrano y de muchas maneras, su alumno en
la Universidad de Viena. El pensamiento de Menger guió directamente a Ludwig
Von Mises y F. A. Hayek, dos de los grandes defensores de las economías libres
que basaron su pensamiento en la naturaleza del ser humano. Eran laicos, pero
ciertamente el último trabajo de Hayek trata muy profundamente cuestiones que
han absorbido a pensadores cristianos por siglos.
La otra tradición que deriva de Brentano
está menos localizada en la economía que en la psicología o la filosofía. Esta
línea de pensamiento nos conduce hasta los fenomenologistas Edmund Husserl,
Alfred Zchütz y Edith Stein. El exponente moderno de este punto de vista dentro
de la Iglesia fue Karol Wojtyla, que cuando era profesor de filosofia, escribió
un libro llamado The Acting Person que se enfoca en el subjetivismo del
ser humano. El marco de esta trayectoria tiene la misma raíz Tomista que el
trabajo de Brentano -existe una verdadera superposición-.
Professor Felice: El mensaje es que existe un sentido en
el mundo económico, no el sentido máximo, pero sin embargo uno importante.
Padre Sirico: Exactamente. El Mercado y el mundo
del comercio constituyen la expresión de la evaluación humana, la comunidad y
la solidaridad -gente que pone sus talentos y habilidades al servicio de otros
mediante el intercambio, Esto es lo que distingue a los Austríacos del enfoque
economicísta de la escuela neoclásica, la cual asume que el hombre es apenas o
casi nada más que un ser económico.
El temor de todos los líderes cristianos
con respecto a la economía ha sido siempre que la gente sean los peones de
fuerzas económicas ciegas. Resulta que este miedo nunca se realiza más que en
los sistemas comunistas de planeamiento central, donde las fuerzas económicas
gobiernan en la forma más concreta. En un sistema libre, sin embargo, la fuerza
es restringida por la elección, la oportunidad, y las opciones permitidas por
el crecimiento económico.
Aún así, hay sectores de la Iglesia
donde la gente intenta ignorar a Centesimus. He visto documentos de
conferencias de obispos que la citan solamente con elipses que quitan pasajes
que aparentemente los incomodaban. ¿Por qué?. Una razón es que la ideología
ciega a muchos, dejándoles una comprensión anticuada del mundo. Otra razón
implica el desconocimiento de la tradición continental de pensamiento, de la
cual es parte dicho documento. Ha habido gente que me ha admitido esto:
"no entiendo esta encíclica". Tenemos mucho trabajo por hacer.
A menudo escuchamos que los países de
Europa del este estaban muy poco prevenidos en lo que harían luego del colapso
del comunismo. En occidente, estábamos intelectualmente poco preparados para
abordar una comprensión repentina de que el socialismo no era un sistema
viable. El socialismo, de una clase u otra, fue y es la política filosófica
dominante en las universidades. Hemos perdido contacto con nuestras raíces
liberales, y me resulta irónico que sea la Iglesia la que ayude a occidente a
redescubrirlas.
Professor Felice: Todas estas cuestiones serían más
fáciles de resolver si la Iglesia no tuviera un rol en el mundo y sólo se
tuviera que ocupar de asuntos trascendentes.
Padre Sirico: Eso es muy cierto, pero no es posible.
La Iglesia tiene una misión en el mundo porque fomenta una fe encarnadora, en
la que el mismo Dios tomó forma humana. Entonces, no podemos negar lo humano,
ni por lo tanto, la dimensión política del Evangelio. Pero si uno no amalgama
esto correctamente, se confunde hacia un lado o el otro. Un desacierto dice que
deberíamos abandonar el mundo y escapar de él, y el otro, que deberíamos
poseerlo y manejarlo.
El gran avance en la doctrina cristiana
en la era moderna viene con Dignitatis Humane. No es insignificante que este
documento represente la contribución más importante hecha por la Iglesia
Americana a la Iglesia Universal, mediante el trabajo del padre John Courtney
Murry. Su obra fue considerada marginal por muchos años pero finalmente
adoptada por el concejo ecuménico. Algunas personas no se dan cuenta de que el
movimiento tradicionalista que se desunió en 1985, no sólo se interesaba en la
liturgia; también, estaban y están, aterrados ante la idea de libertad
religiosa, puesto que para ellos trae ecos de la Revolución Francesa.
El malentendido tiene que ver con el
alcance de la aplicación de la idea de libertad religiosa. Como el padre Murria
dijo: “esto no es tanto un artículo de fe como uno de paz. Hemos descubierto
que la Iglesia prospera en una atmósfera libre de imposición religiosa”. A
propósito, esta posición no contradice al Syllabus Pío IX que declaraba erróneo
creer que la separación entre la Iglesia y el Estado era el único camino
aceptable; el Syllabus deja abierta la posibilidad de que podría y hasta
debería existir como el camino más aconsejable.