Año: 6, Marzo 1964 No. 75
INDIVIDUALISMO
Por MANUEL F. AYAU
DEFINICIÓN
Las discusiones religiosas, de ética, económicas y sociales, se vuelven más confusas debido a problemas de semántica y el mal uso, muchas veces intencional, de ciertas palabras. Por ejemplo, hoy día se habla despectivamente de individualismo, porque se le confunde con egoísmo. Se le considera antidemocrático y vil.
En el diccionario, individualismo tiene varias definiciones: «Egoísmo de cada cual en los efectos, en los intereses, etc.».
También contiene la siguiente definición: «Sistema filosófico que considera al individuo como fundamento y fin de todas las leyes y relaciones morales y políticas».
Cuando se habla de sistemas de organización social, contrastando el individualismo con los sistemas colectivistas (socialistas), el sentido de la palabra es el de la última definición citada, y no la de simple sinónimo de egoísmo Tal juego de semántica ha sido muy útil a los destructores de la base moral y ética de la civilización cristiana occidental.
Es como sinónimo de egoísmo que primero se introduce en los argumentos y una vez introducido tal concepto y uso del vocablo, se introduce el colectivismo como la bondadosa antítesis. Como táctica dialéctica, se utiliza enseguida para catalogar el sistema individualista como el sistema basado en el egoísmo.
Por otra parte, la escuela filosófica colectivista es la doctrina que considera la colectividad (la «sociedad») como fin y fundamento de todas las leyes y relaciones morales y éticas, supeditando el ser individual al interés colectivo, según la interpretación del gobierno (sea electo y representativo, o no lo sea).
Evidentemente no puede ser una persona colectivista e individualista al mismo tiempo y cuando se nos habla de un término medio, una tercera posición alejada de «extremos», nunca se define esta posición por una simple razón: no existe. O es la sociedad o el individuo el «fundamento y fin».
¿Qué Sistema se Funda en el Egoísmo?
Ya que indefectiblemente la práctica del colectivismo significa quitarle a unos para repartirlo entre otros por medios coercitivos, parecería ser evidente que si se buscara cuál sistema se funda en el vicio del egoísmo y la envidia, estos últimos deberán considerarse como inherentes al sistema colectivista, nunca a la escuela individualista que sostiene que la salvación espiritual del hombre y su bienestar material son responsabilidades individuales, que las virtudes son de los individuos, y no responsabilidad «colectivas» o «sociales». En cambio, es tan fácil eludir la responsabilidad individual culpando al sistema, a «los otros», discurriendo sistemas para que ellos («los ricos») paguen (siempre coercitivamente) por las comodidades que individualmente no hemos podido adquirir.
Si algún sistema se basa en el egoísmo, definitivamente es el sistema colectivista, y no el individualista. Bajo este último existen las virtudes individuales y responsabilidades sociales; en el colectivismo la responsabilidad y la virtud se despersonalizan y la «Sociedad» (el Estado) asume las responsabilidades, y utópicamente, las virtudes.
Sólo en un sistema individualista puede el hombre tener responsabilidades sociales. En el sistema colectivista, el Estado es el responsable por la sociedad, la colaboración individual carece de voluntariedad, y por lo tanto, no puede existir virtud ni responsabilidad.
La Posición Católica
Al mismo tiempo que la Iglesia Católica hace el debido énfasis en las responsabilidades individuales y voluntarias hacia la sociedad, ella ha sido perfectamente clara y definida en las Encíclicas Papales, en cuanto a su posición entre el individualismo, el colectivismo, y el egoísmo:
«En el plan del Creador, esta sociedad civil es un medio natural del que cada ciudadano puede y debe servirse para alcanzar su fin, ya que el Estado (sociedad) es para el hombre y no el hombre para el Estado. Afirmación que, sin embargo, no debe ser entendida en el sentido del llamado liberalismo individualista, que subordina la sociedad a las utilidades egoístas del individuo...». Pío XI, «Divini Redemtoris» (énfasis y paréntesis agregado).
«Porque la sociedad no ha sido instituida por la naturaleza para que el hombre la busque como fin último, sino para que en ella y por medio de ella posea medios eficaces para su propia perfección». León XIII, «Sapientae Christianae».
«El derecho de propiedad privada de los bienes, aun de los productivos, tiene valor permanente precisamente porque es derecho natural fundado sobre la prioridad ontológica y de finalidad de los seres humanos individuales respecto a la sociedad». Juan XXIII, «Mater et Magistra».
«... el principio fundamental de esta concepción consiste en que cada uno de los seres humanos es y debe ser el fundamento, el fin y el sujeto de todas las instituciones en las que se expresa y actúa la vida social: cada uno de los seres humanos visto en lo que es y en lo que debe ser según su naturaleza intrínsecamente social, y en el plan providencial de su elevación al orden sobrenatural». Juan XXIII, «Mater et Magistra».